Felipe Recuero|SANTA MARÍA DEL CEDRO
La grave caída del corredor español Alberto López de Munain, del
Euskaltel Euskadi, cuando tan sólo faltaban poco más de 40
kilómetros para el final de la segunda etapa del Giro,
desgraciadamente, restó protagonismo a la victoria del australiano
Robbie McEwen. El bravo corredor español hizo un extraño con su
bicicleta, el conocido en el argot ciclista como el «afilador»,
cayó y, afortunadamente llevaba el casco, pues se golpeó con la
cabeza en la valla de protección quedando tendido durante muchos
minutos y poco después introducido en una ambulancia donde se le
aplicó respiración artificial y se le detectó un fuerte traumatismo
craneal con perdida de conocimiento, que recuperó poco después en
el hospital.
Por unos momentos se temió lo peor, pues a la mente de los aficionados vinieron las imágenes de caídas similares como la del italiano Fabio Casartelli, campeón olímpico en Barcelona'92 y el ruso Kiviliev, ambos en accidentes similares, en las pruebas francesas del Tour de Francia y París-Niza. Al margen de ese espectacular y grave accidente de López de Munain, la jornada entre Catanzaro Lido y Santa María del Cero, de 182 kilómetros, tuvo el desarrollo esperado, es decir la escapada maratoniana del día y el protagonismo de los equipos con esprinters donde el australiano McEwen (Davitamon Lotto) rompía los pronósticos que daban como claro favorito al italiano Petacchi, que tuvo que luchar en los metros finales con el español Isaac Gálvez (Illes Balears).
El australiano, al igual que hizo en la anterior el italiano Paolo Bettini, además de llevarse la etapa, la sexta en su cuenta particular, se enfunda la camiseta de líder debido a las bonificaciones. Los 182 kilómetros fueron recorridos por McEwen en 4 horas, 34 y 47 segundos, mismo tiempo que el español Isaac Gálvez, el alemán Robert Forster, el italiano Alessandro Petacchi y el australiano Baden Cooke. El hasta entonces líder Paolo Bettini ni se molestó en meterse en el esprint y pasa su camiseta a Mcewen. Un esprint de fuerza que se inició desde muy lejos y tuvo varias alternativas. Primero por el trabajo de los componentes del Fassa Bortolo para asfixiar a los rivales más directos de Petacchi, pero en esta ocasión no lo consiguieron, y a falta de unos doscientos metros llegaban también a las primeras posiciones rompiendo el trabajo de los italianos.