Europa Press|AUGUSTA
Lance Armstrong colgará la bicicleta como deportista profesional el
próximo 24 de julio, en la última etapa del Tour de Francia 2005,
la prueba que le ha elevado al Olímpo del ciclismo y que podría
ganar por séptimo año consecutivo. Hace tres semanas, el texano ya
avisó de que en la víspera del Tour de Georgia, que comienza hoy,
«anunciaría algo importante». Finalmente, Armstrong, en una rueda
de prensa multitudinaria, comunicó su decisión de poner así fin a
su exitosa carrera deportiva para dedicarse a luchar contra el
cáncer, enfermedad que sufrió, superó y le cambió la existencia, y
al cuidado de sus tres hijos. «He decidido que el Tour de este año
sea mi última carrera como ciclista profesional». Fueron las
palabras de Armstrong, de 33 años y que cumplirá 34 el próximo 18
de septiembre. Es el adiós de uno de los grandes mitos del ciclismo
y por extensión del deporte, no sólo por sus hazañas deportivas
sino también como ejemplo de superación tras superar un cáncer de
testículos.
En el verano de 2004, el americano, con 32 años, logró rebasar la barrera mítica de los cinco Tours de Francia, dejando un paso atrás a leyendas de este deporte como Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault o Miguel Indurain. Armstrong ya se había convertido en una leyenda viva del deporte, superando un cáncer. A esa heroicidad añadió entonces seis podios consecutivos en la ronda gala, un reinado que se extendió desde 1999 y que todavía podría prolongarse en la presente edición de la Grande Boucle.
Desde su espectacular incursión en el Tour, aunque ya había ganado alguna etapa con anterioridad, el campeón de Texas no contempló nunca la derrota. Sus entrenamientos implacables, inalcanzables para el resto del pelotón, le permitieron cosechar una serie de brillantes resultados por los que prácticamente nadie había apostado en su primeros años de profesional. En su último Tour (2004), el que suponía la frontera entre los más grandes y la condición de único en el ciclismo, Armstrong no tuvo piedad de sus rivales, especialmente en la cronoescalada de Alpe D'Huez, donde llegó a doblar al italiano Ivan Basso. Su gesta no está exenta de polémicas y son muchos los que no dudan en acusarle de consumir sustancias dopantes prohibidas durante la recuperación de su enfermedad.