Carlos Montes de Oca / Carlos Román
Ya le señalan como el nuevo Diego Tristán, aunque él admira el
juego de Samuel Etoo, «un futbolista al que nadie puede parar»,
apunta. La carrera deportiva de Víctor Manuel Casadesús Castaño
(28-2-1985, S'Arenal) ha entrado definitivamente en su fase más
dulce. Después de avanzarse al menos un año en su escalada hacia la
elite, de acribillar a porteros desde infantiles y acreditar un
excelente nivel de juego en el filial, al delantero residente en
Algaida le llegó el pasado domingo el mejor de los reconocimientos
posibles: el de su debut en Primera División. Titular ante el
vigente campeón de Liga y UEFA, sus desmarques descolocaron a una
de las parejas de centrales más seguras del campeonato. Ayala y
Marchena se preguntaban por este número «28» que, tras dos
convocatorias en la suplencia, vivió un estreno notable con la
camiseta del Real Mallorca en la máxima categoría. Dispuso de un
par de ocasiones, agitó a la grada con sus ganas y presentó sus
credenciales al 9 de la camiseta bermellona, un dorsal que
tradicionalmente se le resiste a los delanteros mallorquines pero
que Víctor Casadesús quiere tener en propiedad.
Compañero de aula de Miquel Angel Moyà, Camacho, Bussy o Ramis en aquel juvenil que disputó dos finales consecutivas de la Copa del Rey ante Barcelona y Espanyol -se perdió la primera por sanción-, Víctor compartió vestuario en la Sub-19 con tipos hoy consagrados en la realeza como el sevillista Sergio Ramos, internacional absoluto, Garrido, Albiol, Juanfran o el portero mallorquín Biel Ribas, que también ha inscrito esta temporada su nombre en la nobleza defendiendo la camiseta del Espanyol. Víctor pasó edía después de su bautizo en Primera -se había estrenado en la Copa del Rey ante el Lanzarote- en Algaida, atendiendo a las numerosas peticiones mediáticas, en casa de amigos, disfrutando de la Play Station y repasando en su disco duro las imágenes del partido del pasado domingo ante el Valencia. Principalmente las dos oportunidades que dispuso al inicio y al final del primer acto: «He pensado mil veces esas jugadas. No me las quito de la cabeza, aunque también me pasa lo mismo cuando juego con el B cuando tengo algunas oportunidades clara. Fueron ocasiones que en el filial hubieran acabado en gol, pero en Primera es otra historia. No estoy acostumbrado a jugar a ese ritmo; la diferencia entre Segunda B y Primera es el físico. En la segunda parte estaba muy cansado. Quizás emíster me tendría que haber cambiado, aunque le estoy agradecido por no hacerlo», comenta con la serenidad de un veterano.
Víctor analizó sus dos ocasiones: «En el minuto cinco tuve una gran oportunidad en los primeros minutos, pero Ayala reaccionó muy bien y no pude marcar. En el filial tengo más tiempo para prepararme el disparo, pero aquí no. La segunda ocasión también fue clara, pero decidí finalizar yo mismo el ataque al ver que no tenía compañeros cerca y me estaba quedando sin ángulo. Disparé raso y Santiago Cañizares despejó con el pie», explicó el jugador, que no ha podido ver las imágenes: «El domingo celebramos una fiesta en mi casa con la familia y todavía no he podido ver el partido ni el resumen», dijo.