No ha sido un castigo ejemplar, ni una suspensión dura. El Comité de Competición decidió ayer sancionar con cinco partidos a Javi Navarro por su entrada a Juan Arango el pasado 20 de marzo en el partido que enfrentó al Mallorca y al Sevilla, y que acabó con el futbolista venezolano ingresado en la Policlínica Miramar. El Comité aplicó con rigor el artículo 122.e de los estatutos de la federación, que establece una inhabilitación de entre cuatro y doce partidos por producirse de forma violenta hacia un adversario, pero también tuvo en cuenta el arrepentimiento espontáneo del futbolista, por lo que se le asigna un castigo «mínimo» amparado también en que la acción no fue considerada «una agresión». El Sevilla ya ha anunciado que piensa recurrir el fallo, mientras en el Mallorca dan por zanjado el asunto. Dos semanas después, Navarro ya sabe que se perderá casi todo lo que resta de temporada. El codazo que le propinó a Juan Arango ha sido juzgado en un despacho, porque el colegiado Pino Zamorano fue incapaz de advertirlo. El organismo disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) decidió abrir un expediente al central del Sevilla a petición del Mallorca, que exigió que el Comité rearbitrara la jugada que quedó impune sobre la hierba (al margen de la tarjeta amarilla que vio Navarro). En los fundamentos jurídicos de su decisión, el Comité señala que «ha de descartarse, tras el detenido examen de la prueba videográfica, que la conducta pueda calificarse por estos hechos como la del agresor, porque agresión es el acto doloso de acometer a otro para causarle daño, desvinculándolo de cualquier otro propósito», según una información que recoge la agencia Efe.
El Comité explica que «los hechos que en esta resolución se contemplan tienen su adecuada tipificación en el artículo 122.e de los estatutos federativos». Javi Navarro, según competición, desdeñó «el riesgo de lo que era fácil y asequible prever, incurriendo así a un hacer negligente determinante del daño, no querido, pero fácilmente previsible, prevenible y evitable». Al término de la reunión en la que el Comité de Competición castigó con cinco encuentros a Javi Navarro, Alfredo Florez, presidente del organismo disciplinario, declaró que se había tomado esa decisión porque la entrada «no ha sido considerada agresión». «Para que haya agresión tiene que haber intención de hacer daño y, en este caso, estaba el balón en medio. Además hemos considerado el atenuante del arrepentimiento espontáneo, ya que incluso antes de que salieran las asistencias el jugador del Sevilla mostró interés por el futbolista del Mallorca», explicó.
«No hay reincidencia, porque para que exista tiene que haber una acción igual o de dureza superior y en el caso de Javi Navarro no la había», concluyó el presidente del Comité de Competición a la finalización de la reunión que mantuvieron todos los miembros. El castigo que se le ha aplicado a Javi Navarro no es, ni mucho menos, el mayor que ha sufrido un futbolista de primer orden en nuestro campeonato. Sin ir más lejos, jugadores del Mallorca como Germán Burgos o el yugoslavo Miograd Kustudic padecieron sanciones mucho más severas. El portero argentino fue suspendido con 12 encuentros en 1999 por propinarle un puñetazo al delantero del Espanyol Manolo Serrano, mientras que Kustudic sufrió un castigo que ascendió hasta los 13 partidos en 1981 por darle un codazo sin balón a un futbolista del Binéfar en una cita correspondiente a la Copa del Rey, cuando el Mallorca militaba en Segunda División.