Carlos Montes de Oca
Apresado en la celda de castigo por «un error en una noche de
locura», Fernando Edgardo Ayala Correa (Montevideo, 1974) cuenta
las horas que le faltan para obtener la libertad, para volver a
sentirse futbolista. El delantero uruguayo ya divisa la luz al
final de un lúgubre túnel que cruzó el 31 de marzo de 2004, cuando
dio positivo por cocaína tras el partido que disputó con la
selección de su país ante Venezuela. La FIFA le apartó de la
circulación durante un año, aunque los recursos del Mallorca
redujeron la sanción a nueve meses, un castigo que llega al límite
el próximo domingo día 13.
La SAD balear y los abogados del jugador negocian con el
Tribunal de Arbitraje para despejar las dudas que planean sobre su
concurso en el encuentro ante el Albacete. «La sanción cumple el
día 13 y todavía no hemos recibido la notificación que me permita
jugar ese día o no», indicó ayer Petete, que en el peor de los
casos podrá considerarse jugador del Mallorca a todos los efectos a
partir del próximo lunes 14.
La historia de este dopaje comienza a escribirse el 31 de marzo
pasado.
Ese día, el atacante charrúa da positivo de metabolitos de
cocaína en el análisis al que fue sometido después del partido que
Uruguay perdió por 0-3 frente a Venezuela en Montevideo en las
eliminatorias sudamericanas del Mundial'06. Los resultados, sin
embargo, no se dan a conocer hasta comienzos de mayo y Correa
disputa varios partidos con el Real Mallorca posteriores a esa cita
internacional. Incluso en uno de ellos, ante el Valladolid en el
Nuevo Zorrilla el pasado 25 de abril -es su último partido
oficial-, marca dos goles (1-3) que desembocan en una victoria
clave para la supervivencia en Primera.
Correa es suspendido cautelarmente el 7 de mayo, al conocerse el
resultado positivo de la segunda muestra, aunque la sanción
comienza su cuenta atrás el próximo día 13. Mientras llega la
ansiada reaparición, Correa recorre los pasillos de su sanción: «Ha
sido duro.