Amador Pons|SEVILLA
Fue un partido de esos que merece la pena grabarlos. Un partido que
sirve para consagrar a la raqueta más prometedora del tenis español
y mundial. Un partido que vale una Ensaladera. Rafael Nadal, un
tipo de 18 años al que no le gusta perder ni a la Playstation,
situó al equipo español a un solo paso de lograr la segunda Copa
Davis de su historia. El tenista manacorí doblegó a Andy Roddick
por 6-7 (6), 6-2, 7-6 (6) y 6-2 en tres horas y cuarenta minutos.
Fue el segundo punto que subió al casillero del equipo español, ya
que cuatro horas antes Carlos Moyà, la otra mitad de la conexión
mallorquina que está haciendo historia en Sevilla, había destrozado
a Mardy Fish en tres sets. La naturaleza de un bombardero como
Roddick y los entrenamientos que había realizado en La Cartuja
durante toda la semana pronosticaban que el tenista estadounidense
confiaría toda su suerte a su servicio y a la potencia de sus
golpes de fondo. De hecho se pasó todo el partido superando los 220
kilómetros por hora con su primer saque (el más rápido viajó a 239
km/h), pero el resto del manacorí le hizo trabajar todos los
puntos.
El comienzo del partido fue una locura. Roddick logró el primero
de sus catorce aces en el tercer punto y rompió el saque de Nadal
en el segundo juego. Más que un break fue una cascada de roturas de
servicio. Fueron cuatro roturas, aunque la última fue especialmente
espectacular. Rafael Nadal ganó cuatro puntos consecutivos después
de conseguir restar cuatro saques que viajaban a 220, 234, 235 y
233 kilómetros por hora (2-3 y saque para el manacorí).
Para consolidar su saque, pero sólo después de haberse colocado
40-0, Rafael Nadal intentó golpear con potencia su primer saque con
su nuevo movimiento. El resultado fue excelente: logró el primero
de sus tres aces a 208 km/h (3-3). El partido recuperó el guión
habitual de un partido de tenis. Los dos jugadores consiguieron
mantener su saque, con un nivel de juego impresionante. Se vivían
los momentos más intensos y los peloteos eran muy largos, a pesar
de que la pelota viajaba muy deprisa. Se llegó al tie break, y en
la muerte súbita Nadal disfrutó de una renta que se antojaba
insalvable para Roddick (5-2 y dos saques para el mallorquín), pero
el estadounidense consiguió invertir la situación y se anotó el
primer set tras ganar el tie break por 8-6.
El tenista mallorquín quiso disipar cualquier posible duda sobre
si su rendimiento descendería. Mantuvo la intensidad de su juego y
la concentración en todas las pelotas, y metió a Roddick en una
ratonera. Mientras el manacorí ganaba su saque con mucha facilidad,
el estadounidense se enfrentaba a pelotas de break en todos sus
servicios. En el cuarto y en el octavo vió como la insolencia del
joven que tenía al otro lado de la red le obligaba a inclinar su
rodilla. Nadal ganaba la segunda manga 6-2 y equilibraba de nuevo
el encuentro, mientras que Roddick evidenciaba unas alarmantes
muestras de cansancio. Era evidente que Roddick no iba a bajar los
brazos, menos defendiendo los intereses de su país. Y la situación
parecía que iba a complicarse más ya que rafael Nadal, después de
haber salvado una pelota de break en el juego inicial de este
tercer set, pidió al físio para que le trataran los calambres que
le agarrotaban las piernas debido a los saltos que daba en la
celebración de los puntos importantes.
Fue una locura de set. Los dos tuvieron muchas oportunidades de
romper el saque de su oponente aunque se llegó al tie break. Antes
de llegar a la muerte súbita, Nadal disfrutó de dos pelotas de set
en el decimosegundo juego. Roddick consiguió salvarlas subiendo a
la red, en la segunda bola de set con un segundo saque a 228
kilómetros por hora. Ya en el tie break, las diferencias nunca
fueron superiores a un punto, incluso Roddick tuvo una ocasión para
ganar el parcial (5-6 y saque de Rafael), pero fue emanacorí el que
terminó alzándose con el triunfo por 8-6.
Se habían superado las tres horas de partido y las sensaciones eran
muy positivas. Roddick estaba jugando el mejor partido de su vida
sobre tierra batida, era imposible que jugara mejor, pero Rafael
Nadal le estaba superando en una nueva demostración de talento,
garra y ambición. Roddick comenzó la cuarta manga con un ace, pero
simplemente fue un espejismo. Estaba muy tocado físicamente y,
aunque parecía haberse transformado en el Boris Becker que ganó
Wimbledon cuando subía a la red, los passings de Nadal hacían
presagiar un desenlace favorable. Así fue. El manacorí le rompió el
saque en el tercer y el quinto juego y supo contener los nervios
para anotarse la victoria por 6-2. Cuando el último revés de
Roddick botó fuera de los límites de la pista, Nadal cayó al suelo.
Había sido una nueva victoria épica, que sitúa al equipo español
con una ventaja de dos a cero en la final.