El inicio de la Era Cúper fue menos contundente de lo esperado en lo que se refiere a la respuesta del mallorquinismo. La hinchada respondió mejor que en anteriores jornadas, pero en eso también influyó la entidad de un rival que es capaz de arrastrar a mucho público independientemente de como se encuentre. Sin embargo y pese a acumular la enésima jornada sin ver ganar al equipo en Son Moix, la masa social confía ciegamente en el trabajo del técnico argentino y la grada está convencida de que este Mallorca acabará saliendo adelante.
Lo descargado de la jornada -el partido entre Mallorca y Atlético era el único de Primera que se jugaba a las cinco de la tarde- invitaba a acudir al fútbol, pero no así la temperatura, que repercutió entre el público de manera lógica. Volvieron las prendas de invierno, las mantas y también los paraguas y eso le restó mucha fuerza al empuje del estadio, que se quedó de nuevo muy lejos de su mejor entrada.
Cúper había explicado durante la semana que prefería un buen recibimiento para el equipo por encima de una bienvenida personal y la grada apenas hizo distinciones. Acogió al equipo con los brazos abiertos a pesar de la eliminación copera ante el Lanzarote y se creció con la salida al campo del equipo, tal vez espoleado por la abundante presencia de atléticos, que se repartieron por todas las zonas del campo sin dejar de exhibir sus bufandas y banderas rojiblancas.
La vuelta de Cúper fue el argumento más empleado por los mallorquinistas a la hora de buscar algo a lo que agarrarse. Antes del partido, a nadie le preocupaba el estado de la clasificación ni los resultados adversos de la jornada del sábado. Todo eran comentarios positivos y buenos deseos que se mezclaban entre toneladas de confianza.
Con el comienzo del partido, el público fue poco a poco comprobando que el proceso de cambio será lento. La afición valoraba el buen comportamiento defensivo y se conformaba, consciente de que es uno de los grandes males del plantel en estos momentos.
Y así fue transcurriendo el partido desde la tribunas. Con el público esperando el cambio sin impacientarse y siguiendo atentamente cada uno de los aspavientos del argentino desde la banda.
En esas llegó el golazo de Arango, que salvó a la grada de un posible letargo y que despertó la euforia en más de uno, pensando que volverían a revivirse aquellas tardes mágicas del Lluis Sitjar. La grada respiraba aliviada al descanso y estaba convencida además de que iba ser paríticipe de la primera victoria en casa.
La vuelta del descanso derivó en otro tipo de partido, con el Mallorca echado atrás y eso ya no gustó tanto. El Atlético empezó a mirar hacia adelante y a llegar con peligro ante Westerveld. Entre ocasión y ocasión se produjo el debut del jugador del filial Xisco Campos y al menos eso quitó algo de hierro al acoso colchonero.
Lamentablemente, la misma historia de la temporada volvió a repetirse de nuevo y en este caso con el agravante de que fue un ex mallorquinista quien aplicó la sentencia. Un cabezazo de Colsa enfrió totalmente el estadio y su celebración posterior enervó a los seguidores rojillos. El cántabro, que había sido recibido con indiferencia por la parroquia local, marcó y demostró que su paso por la Isla no le dejó ningún tipo de huella. Lo celebró por todo lo alto y sus gestos, claro está, no contaron con la aprobación del público.
Al final lo mismo de siempre, alguna que otra duda más y miradas de disgusto a la plantilla.