Carlos Montes de Oca (Madrid)
Quince días después de recibir el primer bofetón de la temporada,
ante un Real Madrid tan ramplón como eficaz, el Real Mallorca
desciende hoy hasta el sótano de la Liga. El grupo balear visita el
otro extremo del planeta, las catacumbas de la Primera División,
para verle los ojos al Getafe, el conjunto más modesto del torneo.
Es una cita delicada. Un partido con olor a trampa. La victoria no
sería festejada con cava en la isla. La derrota, en cambio, podría
abrir la primera vía de agua en la institución con apenas dos
capítulos del campeonato. Es de esas tardes en las que uno apuesta
mucho más de lo que puede obtener (19.30 horas, Coliseum Alfonso
Pérez).
El Mallorca persigue sus primeros puntos en un escenario virgen, ante un rival sin historia pero con oficio y en un escenario que se vestirá de fiesta. El grupo balear firmará en el libro del Getafe como testigo de excepción en su bautizo en la Primera División ante su hinchada, una marea azul que tiene la responsabilidad de representar a una población notable (un millón y medio de habitantes) y a una zona Sur de Madrid marginada por el centro neurálgico de la capital.
Las vísperas del encuentro han traído una dosis ingente de declaraciones públicas en busca de la motivación. "El Getafe será más complicado que el Madrid" (Arango) o "es un equipo difícil de ganar" (Floro) son algunos de los mensajes lanzados desde el vestuario para echar arena en el fuego de la confianza encendido nada más conocer el calendario. El Mallorca quiere pasar página a lo sucedido en la primera entrega de la Liga. La terapia de Benito Floro es sencilla: mirar hacia atrás no sirve de nada.