C.R.
Drac Inca ya trabaja para regresar a su hábitat natural lo antes
posible. La entidad de Es Raiguer, que a finales del curso pasado
sufrió uno de los golpes más duros de su existencia tras consumarse
ante el Ourense la pérdida de categoría, pretende olvidar cuanto
antes los errores que provocaron su condena y pasar página de forma
inmediata. La mejor forma de conseguirlo pasa por materializar el
ascenso y volver a instalarse en un escalón superior, pero para
ello será necesario mantener una constáncia en el grado de
exigencia del vestuario y cuajar una temporada muy diferente a las
que venía completando en las anteriores campañas. Este vez el jefe
de la nave gualdinegra será el técnico Juan Díaz, quien tiene a su
disposición a una plantilla forrada de talento que debería
permitirle vivir en la parte alta de la tabla durante buena parte
del curso.
La dirección de juego será la más afectada por los cambios, ya que Matías Ibarra y Antonio Bustamante han dejado su puesto a Lolo Castro y al mallorquín Joan Riera, quien tendrá al fin una oportunidad para exhibir su talento en una liga exigente sin la necesidad de salir de la Isla. Otro refuerzo de lujo llega con el argentino Adrián Boccia, un jugador del agrado del entrenador que se ha cansado de recorrer kilómetros en el baloncesto español durante los últimos años. Para enriquecer el juego exterior ha aterrizado en el Palau Josep María Pedrera. El catalán encarna la figura de un jugador experimentado y será un gran punto de apoyo desde el perímetro. La pintura en cambio, estará bien cubierta gracias a la aportación nacional de Enrique Moragas y a la apuesta americana del curso: Cristopher Sneed. El discurso de la ilusión ha empezado a expandirse por Inca y el propio Joan Rubert ha querido subrayar que la única meta posible es el ascenso.