Fernando Fernández|ATENAS
El ritmo que desde la salida imprimió la noruega Gunn Rita Dahle y
todo lo que envolvió la estancia de Marga Fullana en Atenas le
acabó pasando factura a la defensora del bronce conseguido en
Sydney. La ciclista de Sant Llorenç partía desde la última línea,
no entraba en los pronósticos, pero llegaba dispuesta a hacerlos
añicos y demostrar que sigue ahí, que podía aspirar a los
metales.
No ha sido una temporada fácil para la que es la mejor ciclista española de todos los tiempos. Marga ha superado las trabas que el destino le ha puesto, y con muchos dolores de cabeza se plantó en Atenas, con la cabeza fría y ganas de obtener un resultado ilusionante. El cariño que la afición siente hacia Marga quedó patente en cada rampa, en cada curva. Además de la pequeña delegación mallorquina, formada por su asistente personal, Georgia, Pepote Ballester y Joan Llaneras, quien acudió en compañía de Eva, su pareja, y un grupo dee amigos, seguidores de todos los rincones del planeta animaron a Fullana en cada pedalada, en la búsqueda de la remontada que no parecía llegar.
Le costó adquirir el ritmo de carrera, pero se mantenía en una zona de relativa calma. Iba poco a poco, pero las canadienses Marie Helene Premont y Alison Sydor, y las alemanas Sabine Spitz e Ivonne Kraft, habían estirado el grupo en su intento por evitar lo inevitable: que Dahle se colgara el oro. Poco a poco se realizó la primera selección y Marga se fue atascando. Lo daba todo, pero la intensidad de la prueba y el peso de los días previos le pasaban factura. En el primer paso por meta mantenía diferencias notables respecto al vagón de cola. Se movía entre dos tierras.