ESPAÑA | 88 |
NUEVA ZELANDA | 84 |
ESPAÑA (19+29+25+15): Calderón (3), Navarro (10), Jiménez (6), Gasol (14), Garbajosa (17) -cinco inicial-, Comas (3), Reyes (4), Dueñas (-), Fernández (15), De la Fuente (3), Iturbe (3) y Yebra (10).
NUEVA ZELANDA (11+26+31+16): Dickel (8), Jones (23), Camerón (18), Rampton (-), Marks (13) -cinco inicial-, Penney (6), Henare (2), Boucher (6) y Book (8).
Arbitros: Carrión (PUR) y Homsy (CAN). Excluyeron por personales a Marks (m.38) y Boucher (m.40). Señalaron técnica a Gasol (m.32) por poner objeciones a un saque de banda. Descalificaron a Book por propinar un codazo a Jiménez (m.33).
Jorge Muñoa|ATENAS
España demostró con hechos que siempre juega para ganar en el cierre de la primera fase ante Nueva Zelanda, un partido intrascendente para Pau Gasol y compañía y decisivo para los «all blacks» que afrontó como si las cosas marchasen al contrario. La selección española redondeó la cuenta de resultados de la primera fase. Añadió la quinta victoria en cinco encuentros a la tarjeta de presentación para los cuartos de final sin dejar resquicios para la duda. Nunca contempló otra cosa que no fuera cumplir con su obligación y dejar para los advenedizos la idea de que habría sido mejor regalar la derrota y condenar así a Serbia y Montenegro.
No. España puso el orgullo y el escudo por delante de todo para esperar luego el desenlace final de la jornada y esperar a que el resto de la jornada desvelase la identidad de su adversario en los cuartos de final. El seleccionador Mario Pesquera abrió el fuego con el mismo quinteto inicial que ha utilizado en todos y cada uno de los partidos: José Manuel Calderón, Juan Carlos Navarro, Carlos Jiménez, Pau Gasol y Jorge Garbajosa. Encauzó el marcador (19-10, m.10) y, a partir del segundo cuarto, buscó el triunfo, un merecido descanso para los hombres más cargados de minutos y una buena dosis de actividad para los menos habituales, todo a un mismo tiempo.
Rudy Fernández lideró al segundo quinteto español (Manuel Comas, el propio Rudy, Oscar Yebra, Iker Iturbe y Roberto Dueñas) hasta el descanso. Once puntos suyos bajo un auténtico chaparrón de triples -hasta cinco seguidos entre los dos equipos- reiteraron, por un lado, la profundidad de banquillo del conjunto de Pesquera y, por otro, la inequívoca intención de hacer todo lo posible para que Serbia fuera la dueña de su propio destino. Nueva Zelanda, cuarta selección del mundo, también deseaba conquistar sus propios horizontes. La única manera de conducirlos hacia caminos esplendorosos le obligaba a superar a España porque, de otra manera, quedaba automáticamente eliminada.
Con nueve puntos de diferencia encima y dos cuartos por delante sólo podía echar el resto. Lo echó. Comenzó la segunda parte con un parcial de 1-11 (61-58), apretó el resultado al punto, endureció la defensa y, en pocas palabras, puso los cinco sentidos sobre la pista. A España le habría resultado muy fácil quitarse de en medio. En vez de eso, entró a cuchillo en todos los terrenos. Hasta en los roces. A siete minutos del final Ed Book salía descalificado por propinar un codazo a Jiménez. Cosas que pasan cuando dos equipos ponen el alma.
Los subcampeones de Europa replicaron sin reservas (71-68 m.30) y aún pasaron por otra prueba de fuego (81-81 m.38). La carga final de los «kiwis» llevó el acoso hasta el extremo (81-81 m.38; 86-84 a 52 segundos). Ahí también dio respuesta España. La mejor. La que sólo se da cuando hay deseo de ganar.Mario Pesquera, seleccionador de España, pasó revista a la primera fase olímpica al término del choque contra Nueva Zelanda que puso un inmaculado 5-0 en el casillero de su equipo y le faltó tiempo para proclamar que se siente «orgulloso» de todos los jugadores presentes en Atenas 2004.