Elena Gómez puso final ayer a su participación en los Juegos Olímpicos de Atenas y lo hizo consolidándose entre las mejores. La herida dejada por su ausencia en la final de suelo ha quedado relativamente curada tras el quinto puesto por equipos y la octava plaza en el concurso completo. Esta vez, los jueces no tuvieron en cuenta las credenciales de la gimnasta mallorquina, que tras un recorrido completo acabó en octava posición, aunque en paralelas dejó ver buenas maneras y en suelo no pudo rematar la faena. Objetivo cumplido en la gran noche de Carly Patterson. La estadounidense se colgó el oro en la despedida de Svetlana Khorkina de la escena olímpica. Una vez más, Elena fue testigo directo de unos instantes para la historia. No se lleva una medalla, pero ha dejado constancia de que merece la consideración de una de las figuras más relevantes y con más caché dentro de una especialidad que en el programa olímpico ocupa un lugar preemimente. Tal vez si los jueces hubieran aplicado un poco más el sentido común a sus decisiones, Elena Gómez podría haberse acercado al quinto puesto que consiguió en el pasado Mundial de Anaheim.
Moyà se cae. La cascada de decepciones que acumula el deporte español tuvo en el tenista mallorquín Carlos Moyà a uno de sus principales actores. El cuadro pintaba bien y las medallas parecían cerca, pero el chileno Nicolás Massu se interpuso en la senda dorada de un Moyà que no estuvo fino y fue víctima de sus propios errores. El servicio no fue contundente y su derecha no funcionó. En cuartos fue frenado en seco, y con él se ha evaporado una de las más firmes esperanzas de metal con las que contaba España cara al fin de semana. Tras una semana cargada de tensión, partidos eternos y momentos antológicos, Carlos Moyà tuvo que echar el cierre y sus miras se concentran desde este instante en el US Open, donde quiere prolongar su extraordinario estado de forma con un triunfo que le ayude a olvidar rápidamente el final de su periplo en los Juegos.
Rudymanía. Es un fenómeno en plena eclosión. Los Juegos han servido para confirmar que Rudy Fernández tiene un lugar reservado entre los mejores del planeta. Ante Italia salió, volvió a dar muestras del descaro y la frescura que le definen y fue uno de los grandes artífices del triunfo cosechado por España (63-71). La segunda fase ya está en el bolsillo y a Navarro le tiemblan ya las piernas. Rudy pide a gritos un hueco en el quinteto inicial. Ahora es Mario Pesquera el que tiene la palabra y ante Serbia y Montenegro a buen seguro que saldremos de dudas. Pocos las tienen.
Toca sorpresa. Y mientras Rudy es centro de atención en la selección masculina, su hermana Marta y el resto de componentes del conjunto femenino afrontan este mediodía un encuentro que huele a cita con los anales del deporte de la canasta en nuestro país. Las chicas de Vicente Rodríguez se miden a Estados Unidos, un Dream Team, éste sí, que no falla. Sólo ellas parecen capaces de frenar la progresión de un equipo que pretende cerrar un ciclo brillante con una medalla en Atenas 2004.