Javier Muñoz|ATENAS
Isabel Fernández sucumbió ayer también a la maldición del bronce
que persigue en los Juegos Olímpicos de Atenas al judo español, por
tercer día consecutivo a un escalón del podio. La historia se
repitió. Al igual que en las jornadas precedentes le pasó a Kenji
Uematsu y a Oscar Peñas, Isabel Fernández se plantó en la pelea por
el bronce, tras haber superado tres combates de repesca, pero el
metal volvió a ser esquivo.
Enfrente estaba la cubana Yurisleidy Lupetey, de quien la campeona española ya había advertido que le resultaba muy incómoda. La pelea discurrió muy igualada, aunque siempre con mayor iniciativa de la antillana, hasta que a falta de un minuto se anotó un Yuko sin que Fernández ya pudiera revertir la situación. El aliento de las gradas, con la presencia de la reina doña Sofía, sus hijas las Infantas Elena y Cristina y sus respectivos maridos, Iñaki Urdangarín y Jaime de Marichalar, además de cientos de compatriotas, no fue suficiente para que la abanderada española en estos Juegos repitiera podio.
La judoca alicantina no pudo defender el oro que brillantemente ganó en Sydney hace cuatro años. Mostró su bravura habitual, pero claudicó ante la nueva generación de judocas. Su ciclo olímpico terminó ayer con sabor amargo, si bien no se puede obviar que es la deportista española en activo más laureada con el mencionado oro olímpico, bronce en los Juegos de Atlanta'96, un título y un subcampeonato mundial, amén de innumerables triunfos nacionales y en torneos internacionales.