Fernando Fernández (Atenas)
El inconfundible timbre de voz de Juan Antonio Samaranch pronunció
hace siete años la palabra mágica: Atenas. Hoy, 13 de agosto de
2004, los Juegos Olímpicos vuelven a su punto de origen, saldando
la deuda que el Comité Internacional (COI) dejó en el aire tras
asignar a dedo y con un cheque en blanco la cita del Centenario a
Atlanta. La cuna del movimiento olímpico ya respira el ambiente de
la gran cita.
Los nervios, las prisas... Nada importa ya, los primeros Juegos del siglo XXI arrancan esta misma noche con una ceremonia inaugural que promete sensaciones fuertes y un guión mediterráneo. Barcelona 92 marcó un estilo y la puesta de largo de Atenas 2004 va a tener que ofrecer buenas dosis de imaginación para hacer olvidar una noche irrepetible. Sydney ha dejado el listón muy alto a una ciudad envuelta en el caos y la incertidumbre. Las obras se han acabado a tiempo, y hoy 52.000 almas en directo y miles de millones a través de la pequeña pantalla, volverán a emocionarse. Los Juegos van más allá del deporte.
Atenas se ha volcado y ha guardado en el baúl la imagen de capital del desconcierto que hasta hace unos meses marcaba su senda olímpica. Han tenido que pasar 108 años para que los Juegos volvieran a casa. Y aquí están. Una cita que marcará un punto de inflexión para el deporte balear. Quince deportistas con denominación de origen en las Islas pujarán por los preciados metales, y forman parte de un equipo español que pulveriza todos los registros, siendo el segundo más extenso tras Barcelona. Son también los Juegos del miedo, de la cruzada contra el dopaje y de Michael Phelps. El estadounidense quiere batir el registro de Spitz y en él estarán depositadas el grueso de las atenciones de la marabunta mediática.