El nuevo Drac Inca sigue adquiriendo forma y emite buenas vibraciones. A expensas del pívot estadounidense que cierre definitivamente la plantilla, Juan Díaz ya cuenta con todos sus efectivos. Alex Luyk y Adrián Boccia han sido los últimos en aterrizar en el Palau y ambos representan la ambición que destila el proyecto gualdinegro.
Luyk es un ala-pívot que pretende reivindicarse en Inca tras una temporada marcada por la desgracia en La Palma. Una grave lesión le dejó en el dique seco y frenó su proyección dentro del baloncesto español, al que llegó tras formarse en Estados Unidos. El hijo del mítico Clifford Luyk ofrece 203 centímetros y una trayectoria impecable en la Universidad de Catawba, que supuso su salto definitivo al viejo continente de la mano de Rafa Sanz.
Luyk llega «con ganas de demostrar que soy un buen jugador, y con las piernas frescas después de una larga rehabilitación. Supe desde hace un mes que el Drac Inca estaba interesado por mí, y pese a contar con ofertas importantes de LEB, no dudé en aceptar la que me plantearon desde aquí, por las ganas de ascender que se tienen y por la tradición de este club en el baloncesto de élite».
Por otra parte, Boccia es uno de los hombres fuertes dentro del vestuario. Un jugador con cartel ACB que quiere reivindicar su presencia entre los mejores. Sus pasos por Rosalía y Huelva no le han servido para progresar, pero en ambos equipos dejó constancia de su clase. Con 22 años recién cumplidos, tiene que ser uno de los exteriores más resolutivos de la LEB-2.
Avalado
El escolta bonaerense se inclinó por la apetitosa oferta del Drac
Inca tras rechazar algunas de categoría superior. Y lo hizo en
buena medida por la presión ejercida por Juan Díaz. El técnico
gallego conoce a la perfección las virtudes y los defectos de un
Boccia que posee una enorme clase que debe desequilibrar en la
competición. «Sé lo que el entrenador y el club quieren. Hay muchas
ganas de ascender, y por lo que veo, el equipo reúne todos los
ingredientes para lograrlo, pero eso se tendrá que ver sobre la
pista», explicó un Boccia que coincidió con Juan Díaz en las filas
del Rosalía, con el que se midió al Drac Inca en la serie por la
permanencia del curso 2002/03, en la que los santiagueses perdieron
la categoría.
Hacer olvidar a Javier Bulfoni será otro de los cometidos de Adrián Boccia, que con Sergio Rodríguez conforma un tándem que dará mucho que hablar en la larga senda hacia el ascenso. «Inca debe estar en LEB el próximo año», concluyó Boccia.