Seguramente, muchos le habrán visto por el Portitxol o por el Dique del Oeste saltando de roca en roca o realizando movimientos imposibles con su Monty. Pero pocos conocen que tras ese rostro frío se esconde uno de los mejores especialistas del trial bici mundial. A sus veinticinco años, Carlos Díaz ha conocido todos los sinsabores de su deporte, pero también ha tenido la oportunidad de codearse con lo mejor de una especialidad sumida en un eterno enfrentamiento que la UCI ha sabido reconducir.
Sus incursiones en la Bike Trial Union cada vez le sirven de menos y la posibilidad de lucir el maillot de la selección española es una oportunidad que le abre muchas más puertas. Aquéllas que antes parecían selladas para un deporte desconocido para el aficionado de la calle, pero que cuenta con más adeptos de los que cabe imaginar. Carlos Díaz es una institución a nivel nacional, todos le respetan. Más después de haber tenido en su mano la posibilidad de ser campeón del mundo UCI. Fue el pasado mes de septiembre, en Lugano (Suiza). A la sombra del todopoderoso mountain bike, el Trial Bici se hace notar con el oro del español Benito Ros. El mismo que durante la primera parte del recorrido le perteneció a Carlos. El del Coll d'en Rabassa era primero, pero la fortuna le dio la espalda en el momento menos oportuno y acabó cuarto en veinte pulgadas, categoría en la que España es líder gracias a Benito Ros, Carlos Díaz y Dani Comas.
Ahora piensa en la cuenta pendiente que debe saldar en poco más de un mes en Les Gets (Francia). Mientras, seguirá tomando parte en la Copa del Mundo y aguardando esas ayudas que tanto echa de menos. Francia, Suiza... Incluso Japón son escalas potenciales en su calendario, pero el bolsillo no da para más. Cuarto en el Campeonato de España y tercero en la general de la Copa de España, tiene el billete para el mundial y quiere ser el sexto mallorquín en vestirse de arco iris. Lo tiene bien, pero en este deporte, los fallos disparan las posibilidades de fracaso.