Jenaro Lorente|LISBOA
Portugal se prepara para una nueva fiesta. Con el permiso de
Holanda, los portugueses afrontan la cita más importante de su
historia con el reto de estar en la final del próximo domingo y no
contemplan otra posibilidad. La euforia se ha apoderado del país.
Los colores rojo y verde de la bandera lusa vuelven a pavonearse
por las calles de todas la ciudades. Nadie se plantea una derrota y
todos está listo para «quemar» el país en una nueva explosión de
júbilo la próxima madrugada. Todos menos el brasileño Luiz Felipe
Scolari, el técnico que ha pasado de villano a héroe en pocos días.
Scolari fue «crucificado» por la crítica tras perder el partido
inaugural ante Grecia en Oporto, pero en seis días recuperó la
confianza del país. La victorias ante Rusia y, especialmente, la
lograda ante España, le devolvieron al papel de héroe nacional y
ahora todos le exigen llegar a la final y ganarla.
Scolari sabe que eso no es fácil y desde Alcochete, el refugio de la selección desde que comenzó el campeonato, ha hecho un llamamiento a la calma, a la concentración. «No se puede hablar de final hasta que no se gane a Holanda, un rival muy complicado ante el que hay que mantener unos niveles máximos de concentración», dijo en un intento de aislar a sus jugadores del entorno.
Scolari no va a modificar el equipo ni el esquema que le han llevado a la semifinal. El defensa Jorge Andrade y el delantero Nuno Gomes parecen recuperados de sus respectivas molestias en el tobillo derecho y están a disposición del técnico. Deco, Ricardo Carvalho y Costinha deberán tener cuidado, pues una tarjeta amarilla les apartaría de la final.
La selección holandesa también esta ante un reto histórico. Después de su ausencia en el pasado Mundial de Japón y Corea, los «naranjas» quieren recobrar el prestigio internacional perdido y para ello nada mejor que estar en La Luz el próximo domingo en la última batalla por el título. Dick Advocaat no está pasando por un buen momento a pesar de que tiene a su equipo en semifinales. El técnico es acosado por la crítica de su país, que le exige un mejor juego además de los resultados. El entrenador se juega mucho en el envite. Su prestigio y el del combinado nacional están en el alambre. Por ello, Advocaat ha sido inteligente y ha cedido el papel de favorito a los locales. «Juegan en casa y son favoritos», señaló para liberar a sus jugadores de la presión de tener que ganar. Holanda no quiere hacer ruido y ha cedido el papel principal al anfitrión, pero eso no quiere decir que no vaya a poner el mismo empeño por ganar. Advocaat está obligado a hacer un cambio en defensa, en la que es baja segura el capitán Frank de Boer, que se lesionó en el tobillo derecho en el partido de cuartos de final ante Suecia. Probablemente Wilfed Bouma sea su sustituto. Los jugadores holandeses que están amenazados con la suspensión y que se perderían la final en caso de ver la tarjeta amarilla son Van Der Meyde y Roy Makaay. Holanda, que se sacó la espina de los penaltis en el partido de cuartos ante Suecia pues en las dos anteriores ediciones fue eliminada en esa suerte.