Juan Antonio Lladós|MUGELLO
El italiano Valentino Rossi (Yamaha YZR M 1) llevó al delirio a los
más de 85.000 aficionados que se congregaron en el circuito de
Mugello para presenciar el Gran Premio de Italia de MotoGP con una
cerrada y espectacular lucha con el español Sete Gibernau (Movistar
Honda RC 211 V), que al final tuvo que sucumbir a la ambición del
campeón. Al final resultó una jornada de lo más atípica, ya que
después de «calentar» el frío ambiente con la victoria de un
veterano como Roberto Locatelli (Aprilia) en los 125 c.c., la
situación se enfrió algo con el triunfo bien merecido y buscado del
argentino Sebastián Porto (Aprilia) en el cuarto de litro, pero
todos estaban esperando ver vencer a su ídolo, coreado su nombre a
lo largo de los más de cinco kilómetros que tiene el circuito
toscano, de la forma que fuese y Rossi no defraudó.
Sin embargo, el vigente campeón no lo tuvo nada fácil. En la primera de las dos salidas que se tuvieron que realizar en MotoGP, al romper a llover cuando se disputaba la decimoctava vuelta, Rossi protagonizó una enconada lucha con el español Sete Gibernau en última instancia, pero antes con su acérrimo rival Max Biaggi (Honda RC 211 V), a la postre tercero en ambas carreras, y el compañero de escudería de éste, el japonés Makoto Tamada, que acabó rompiendo su moto al final de la recta de llegada en el decimocuarto giro.
Si en seco Valentino Rossi se tuvo que emplear al ciento por ciento para doblegar al piloto de Movistar, algo semejante sucedió en la segunda, con la pista igualmente seca pero declarada de mojado y, de hecho, al final acabó así, pues aunque todos los pilotos favoritos optaron por montar nuevamente neumáticos de seco, la lluvia acabó dejando la pista mojada. El riesgo en esos momentos se multiplicó por diez, pero daba igual, a Rossi sólo le valía la victoria y a Sete Gibernau también.