Amador Pons (París)
Carlos Moyà se ganó ayer los cuartos. El tenista mallorquín superó
con relativa comodidad (7-6 (8), 6-4 y 6-2) a Tommy Robredo en dos
horas y 18 minutos para acceder a la antepenúltima ronda de Roland
Garros, donde se medirá con el argentino Guillermo Coria. En unas
condiciones adversas, Moyà no exhibió el nivel de los anteriores
encuentros, aunque mostró una gran autoridad en la Suzanne Leglen,
la pista máldita del año pasado. Cuando Carlos Moyà y Tommy Robredo
saltaron a la pista, pocos pensaban que el partido pudiera
finalizar. Eran las siete de la tarde y quedaban dos horas y media
de luz natural. Tanto el mallorquín como el catalán habían mostrado
un nivel excelente durante los tres partidos previos y todo
apuntaba a un partido largo, muy largo.
Pero la historia se salió del guión muy pronto. Carlos Moyà comenzó su recital con el servicio en el primer juego (cerró este parcial con un ace a 204 kilómetros por hora) y rompió el servicio de Robredo en el segundo. El mallorquín necesitó de tres pelotas de break, pero a la tercera, después de dominar el punto con su derecha, lograba apuntarse el juego (2-0 y saque). Tommy Robredo estaba atravesando problemas y en el cuarto juego vió como el jugador balear volvía a disfrutar de una pelota para romperle el saque. Moyà restó demasiado largo y el catalán terminó anotándose el juego. Al mallorquín no le preocupó en exceso. Ganaba con comodidad su servicio y se colocó 5-2 rápidamente.
En el octavo juego, Robredo tenía nuevamente dos pelotas de break en contra. Eran las dos primeras pelotas de set para Carlos Moyà. El desarrolló del set hacía pensar que el mallorquín cerraría el primer parcial con su servicio, pero Moyà no sería Moyà si no se complicara las situaciones sencillas. Robredo se colocaba 15-40 (era la primera vez que tenía pelota de break) y conseguía romperle a la segunda tras lanzar un globo de revés que el mallorquín dejó pasar pensando que salía fuera.