C.M.O/Efe|La Coruña
A las ocho de la tarde, los jugadores del Real Mallorca aguardarán
la hora de la cena en sus habitaciones del habitual hotel de
concentración. A esa hora, en el estadio de Riazor, una porción
fundamental de la salvación se pondrá en juego con el encuentro que
disputarán Deportivo y Celta. Luis Aragonés y sus jugadores vivirán
desde la distancia un encuentro que podría desembocar, casi dos
horas más parte, en la permanencia matemática en Primera División
por octava temporada consecutiva. Dos de los tres resultados
posibles serían suficientes para que el equipo isleño festejara
esta noche la salvación. La victoria o el empate del Deportivo
dejaría al Mallorca entre la nobleza de la Liga y al Celta,
precisamente su último rival, a seis o cinco puntos, una distancia
insalvable a falta de sólo una jornada para cerrar el curso. El
triunfo del Celta, en cambio, aplaza cualquier celebración hasta
mañana, cuando un punto ante el Espanyol en Son Moix sería
suficiente. En la isla confían en un Deportivo plagado de
conocidos. Los Valerón, Romero, Luque, Diego Tristán y Pandiani se
han encargado de hinchar la moral balear con sus deseos de tumbar
al Celta para garantizar la permanencia mallorquina. Al margen del
aspecto colateral, el derbi del fútbol gallego por excelencia tiene
como connotación fundamental que el Deportivo lo afronta sin
objetivos, mientras que para el Celta el desenlace del partido será
determinante en su lucha por evitar el descenso a Segunda.
Con estas premisas se ambientó el encuentro durante la semana, en la que planearon las declaraciones del presidente céltico, Horacio Gómez, en el sentido de que el fútbol gallego debería ayudarse, como suelen hacerlo el vasco o el catalán en situaciones similares, insinuando que el Dépor habría de propiciar la victoria celeste. Los jugadores del Celta coincidieron al señalar que ellos creen que los futbolistas del Deportivo se emplearán con la profesionalidad y la contundencia que les caracteriza, en tanto que los del equipo coruñés se refieren al compromiso que tienen con su afición de luchar por el triunfo, no salir relajados y pensar que los de Vigo son sus principales rivales de siempre. Lo realmente cierto es que el Dépor puede convertirse en verdugo del Celta si le gana este partido y los resultados de la jornada son contrarios a los intereses de los vigueses.
Aparte de los discursos más o menos afortunados de una y otra parte, es evidente de que el hecho de no jugarse nada el Dépor favorece en teoría a sus vecinos del sur. La principal incógnita es saber con qué mentalidad afrontará el duelo el Deportivo, si será la que lució contra el Real Madrid cuando tampoco se jugaba nada, o la de la pasada jornada ante el Espanyol cuando desplegó un juego apático. También, si el Celta será capaz de repetir su brillante actuación ante el Barcelona de la última jornada en Balaídos, ya que si fuera así tendría mucho ganado ante el Deportivo. El 0-5 de la primera vuelta que el Dépor endosó al Celta en Balaídos aún perdura entre las dos aficiones, aunque la situación actual de los dos equipos es muy diferente. Los vigueses deben ganar porque, de lo contrario, quedarían abocados a perder la categoría, precisamente en una temporada en la que, por vez primera en su historia, jugó la Liga de Campeones.