La irregularidad de sus pilares ha sido uno de los condicionantes que han llevado al Drac Inca a la LEB2, una competición en la que el destino puede que no les reserve un hueco. Aguardando al 5 de julio, fecha límite para el depósito de la documentación pertinente en vistas a seguir en la categoría de plata, el club ha empezado a cerrar los primeros detalles, que pueden quedar perfilados tras la reunión de la junta directiva que tendrá lugar mañana. La ampliación de la LEB2 pierde peso, aunque la Federación Española tiene intención de que la liga regrese a su formato original, con dieciséis equipos. De una forma u otra, la FEB quiere que en el curso 2005/06 vuelva la normalidad. Así lo manifestó a esta redacción su vicepresidente, José Luis Sáez. «Si no se cubren las plazas, puede pasar de todo en función de los huecos que queden libres. Nosotros pretendemos que sean dieciséis, pero sabemos que a última hora suele haber sorpresas», explicó Sáez, quien lamentó el descenso del Drac Inca «pues en los últimos años habían realizado un buen trabajo». Al mismo tiempo, el mandatario contempló como «inviable» la ampliación de la LEB2, pues «se devaluaría la competición». Así, en caso de que el Inca deba militar en esta competición, sus posibilidades de ascenso crecen.
De la misma manera, el posible ascenso de Valls generaría dudas al compartir categoría con el Tarragona. Esas dudas benefician al Drac Inca, al igual que la incertidumbre que reina en Cáceres. Pero en plena fase de asimilación del descenso, el balance de un final de temporada plagado de tensión y equilibrio pasa por los problemas sufridos en el «play out» frente al Ourense (2-3). Las lesiones de Jesse Young y Nkechi Ezugwu -decisivo con sus tiros libres errados- provocaron un enorme déficit interior en el cinco, cuya capacidad reboteadora dependió de una pareja inédita hasta el momento: Alzamora y Johnson. Además, el ala-pívot británico falló desde la línea de tiros libres (7 de 19), aunque en el rebote ofensivo cumplió. Young estuvo inédito hasta el último partido y el equipo lo notó, aunque en el cuarto encuentro, tanto él como Ezugwu sobraron ante la exhibición de Stevie y Berto. El internacional canadiense estuvo relativamente acertado. En este campo, Alzamora fue el más destacado, con 43 rebotes y 49 puntos, pero en el quinto choque se vio desbordado ante la efectividad máxima de Shoemaker y Wright.
Antonio Bustamante y Matías Ibarra compartieron protagonismo, aunque el base sevillano será el que pase a la historia. Su pérdida de balón selló la tumba del Inca, pero en la recta final de la competición regular y la mayor parte de la serie asumió responsabilidades. Exceptuando los dos últimos cruces, Ibarra estuvo a años luz de lo que debía demostrar un jugador de su currículo. En defensa estuvo brillante, pero ofensivamente aportó poco. Johnson mantuvo con vida al Inca en la recta final del «play out», pero mostró carencias durante la primera parte de la competición. En el perímetro, la pareja de escoltas fue capaz de todo. Sergio Rodríguez se destapó (25 de 42 en triples) y pidió a gritos un hueco en un equipo de categoría superior. Javier Bulfoni no respondió en los momentos clave pero su capacidad de sacrificio estuvo fuera de toda duda. El concurso del «Pibe» Giménez fue testimonial dentro de una eliminatoria que ha servido para finiquitar un ciclo irrepetible en el baloncesto mallorquín, que se llena de dudas pese al apoyo del Ajuntament de Inca y Drac.