No llegaba, pero se lanzó con todo y acabó empujando con la mano una entrega desde la derecha de Delibasic. Era un momento delicado, porque la Real se sentía cómoda con su ventaja y la grada empezaba a exigir respuestas. El gol de Perera era ilegal, pero denunciaba el hambre de victoria que tiene el Mallorca. Ese escorzo tras una jugada histérica demostraba la necesidad que tenía el equipo de devolverle a la hinchada su presencia en Son Moix, recinto que casi llenó. El grupo de Luis rescataba un punto en un partido diseñado para conseguir los tres, pero se conformaba porque el resto de rivales apenas había rascado nada. El Mallorca se ha concedido una tregua hasta el próximo domingo (1-1).
Era una tarde que exigía algo especial, pero que se acabó convirtiendo en otra más. El fútbol fue tan simple e inocuo como de costumbre, porque ni siquiera la aparición de Finidi en punta cambió la dinámica. El Mallorca sigue pendiente de que aparezca alguien que ofrezca algo distinto, y mientras espera confía todo su futuro a la fiabilidad de sus centrales, los mejores ayer. El centro del campo sigue siendo miserable en talento, y ahora ya ni siquiera el descarado Nené se atreve a mirar a los ojos de su rival. Sólo Campano parece en condiciones de darle sentido al juego, pero no atraviesa el sevillano por su mejor momento.
En esas, apenas un par de arrancadas de Etoo y un remate de Finidi que repelió el larguero levantaron a la afición en el primer cuarto de hora, porque la Real parecía haber anestesiado el partido desde el inicio y todos se temían lo peor. Alkiza se asociaba bien con Xabi Alonso y Nihat encontraba espacios en cada acelerón donostiarra. El encuentro tenía el mismo aspecto de siempre y la Real marcó en su primera aproximación con cierto sentido. Kovacevic lanzó una carrera por la izquierda, superó a Cortés y le metió la pelota a Gabilondo, que marcaba irrumpiendo desde atrás (minuto 32).
Si hay un equipo al que le cueste remontar ese es al Mallorca, que no lo ha hecho en toda la temporada. Por eso todo empezaba a tener mala pinta, porque además Schürrer y Kvarme empezaban a fijar bien a Etoo, que sólo pudo abrirse camino hasta puerta a poco de llegar al descanso, cuando le sirvió un balón a Nené que el brasileño estrelló en los guantes de Alberto. Todo era confuso en el juego del Mallorca, que no lograba conectar un par de pases de forma consecutiva y amenazaba con derrumbarse en cualquier momento. Pudo hacerlo a poco del estreno del segundo tiempo, en el que el árbitro asistente le anuló un gol a Kovacevic.
Eso coincidió con la entrada de Delibasic, que en la primera bola que tocó le sirvió el gol a Perera, que remató de forma acrobática con la mano a la red (minuto 58). Ese tanto le dio vida al Mallorca, que notó que era el momento de atizarle a la Real. Lo puso todo menos la materia prima. Entonces los de Denoueix advirtieron las limitaciones isleñas y se lanzaron a por el triunfo. Nihat estrelló un remate en Leo Franco y De Paula otro en el larguero.