Siete años después, la Copa Davis puede regresar a Mallorca. La Federación Española de tenis sopesa que Palma de Mallorca sea la sede de la eliminatoria de cuartos de final de Copa Davis que medirá a España y Holanda. Sería una confrontación muy diferente, pero que permitirá recuperar el espíritu de Cala Rajada. En abril de 1997, Carlos Moyà acababa de protagonizar su primera gran gesta. Había sido finalista en el Open de Australia -sólo perdió ante Pete Sampras- y ya se había hecho un hueco en el equipo español. En la eliminatoria ante Alemania jugó los individuales y fue uno de los protagonistas (Albert Costa, Alex Corretja y Carlos Costa completaban el equipo) de la clasificación para semifinales.
La afición mallorquina se volcó en la eliminatoria y llenó las gradas de la pista construida en Cala Rajada. La Federación Española comprendió que se trataba de un público que respondía ante las grandes citas y que es uno de los más expertos en el deporte de la raqueta. La teoría de las rotaciones, esa que dice que hay que llevar la Copa Davis por todas las comunidades, ha provocado que la competición no regresara a la Isla desde entonces. Sólo había habido una petición previa. En las semifinales del año pasado la Ignasi Esteve encabezó una nueva propuesta para albergar el España-Argentina en la plaza de toros de Palma a petición de la Española, pero Agustí Pujol se decantó finalmente por Málaga.
Muchos piensan que la Federación tiene una deuda moral con Mallorca. La eliminatoria ante Holanda no es tan atractiva como la de Alemania desde el punto de vista turístico, aunque se perfila como una confrontación equilibrada. El equipo español es favorito. Juan Carlos Ferrero y Carlos Moyà no deberían tener excesivos problemas para ganar los individuales, pero Martin Verkerk -verdugo del mallorquín en los cuartos de final de Roland Garros- y Sjeng Schalken son adversarios peligrosos en todas las superficies, incluída la tierra batida.