Diseñado para alcanzar las series de ascenso, el Drac Inca parece tener claro que deberá replantearse sus objetivos. Cubieron el primer gran tramo de la Liga, el cuadro balear lleva tiempo convertido en un inquilino habitual de los últimos puestos, aunque la gran recesión se ha producido en los últimos partidos de la primera vuelta. El paso del CAI Zaragoza por el Palau ha resultado demoledor. Despojado de algunos de sus jugadores más importantes (Earl, Murcia y Doblado), el cuadro aragonés pasó por encima del Inca y confirmó su decrépito estado. No se trata de un desastre aislado y circunstancial, sino la prolongación de una línea descendente.
Desde que se inició la temporada, el comportamiento del Drac Inca ha sido observado con demasiadas reservas. A excepción del partido que disputó en Plasencia, resulta imposible señalar una actuación medianamente convicente. La confusión de su baloncesto ha acabado generando una extraña sensación: el equipo nunca gustaba, incluso cuando ganaba. Lejos de su centro de operaciones, las decepciones han sido continuas. La fragilidad defensiva y la incapacidad exhibida por el equipo para reponerse a cualquier problema se ha traducido en un rosario de abultadas derrotas que condicionan los planes de futuro. En un torneo donde las distancias son escasas, el average acaba dictando sentencia y este es un asunto que también se ha puesto en contra de los mallorquines.Hasta ahora, la directiva del club manejaba la teoría de que con el paso de las jornadas el equipo adquiriría consistencia e incrementaría su nivel de competitividad, pero la realidad ha sido muy distinta. Llegados al ecuador de la fase regular, el Drac Inca ocupa la penúltima posicion y sus números son prácticamente idénticos a los del colista. Las dudas que proyecta el Drac Inca son las de siempre y eso exige echar la vista hacia el banquillo, donde se sienta Xavi Sastre. La incapacidad del técnico para resolver problemas resulta elocuente. Hasta ahora se venía cuestionando la falta de estilo y la supina anarquía con la que se aplicaba el equipo, aunque el paso del tiempo ha evidenciado que el actual entrenador carece de soluciones.
El alero estadounidense Steven Jonhson se perfila como la primera gran víctima de la crisis por la que atraviesa el Inca, aunque una parte de la directiva empieza a poner en entredicho el manual y los métodos de entrenador. Sastre regresó al Drac Inca la temporada pasada y para ocupar la vacante dejada por el despedido José Àngel Samaniego. Asumió la dirección de un equipo completamente hundido y marcado por el látigo que había utilizado su predecesor. Su receta conciliadora no tardó en surtir efecto. Fue algo que el vestuario agradeció. Sastre se apoyó en el talento de jugadores como Paris Bryant y Javier Bulfoni, y en la fuerza de Rocky Walls para amarrar la salvanción en el cuarto partido de la eliminatoria por eludir el descenso.