Jorge Muñoa|MADRID
Los más de doscientos jugadores, dieciocho técnicos y 39 árbitros
que dan vida a la etiquetada como segunda mejor Liga del mundo, es
decir, los auténticos protagonistas del espectáculo ACB, vuelven a
las canchas de acuerdo al calendario previsto para regalar toda la
pasión del baloncesto a los aficionados, aunque solo a una parte de
ellos. La ACB 2003/04 puede, finalmente, arrancar a tiempo con sus
104 millones de presupuesto, sus deslumbrantes estrellas, sus
exitosos internacionales españoles, su atractiva Copa del Rey y un
nutrido grupo de candidatos al título que anuncian emoción y
batalla, pero arranca sumida en la oscuridad más absoluta, apartada
del medio que convierte la Liga en un fenómeno social: la
televisión.
En estos momentos, y sin que haya un documento cerrado y atado, sólo habrá transmisiones en las «teles» autonómicas, que aún mantienen negociaciones abiertas y van a ofrecer partidos gratis. Mientras tanto, Canal Plus, la casa que ha pagado más de sesenta millones de euros para televisar la ACB las cuatro últimas temporadas, no da señales de vida. Televisión Española sólo ha hecho un gesto, el encuentro de su director general, Juan Menor, con el presidente, Eduardo Portela, antes de la asamblea donde los clubes discutían el cierre patronal. La situación, por tanto, sólo ha cambiado en las formas, pero no en el fondo. Ni hay suspensión, ni hay contrato. Sólo buenas palabras para cerrar un caso que ha dejado una fea huella en la administración, en los canales y, desde luego, en el baloncesto.
De nada han servido las millonarias audiencias que la selección española ha logrado con su brillante actuación en el Europeo de Suecia; el empujón del equipo femenino con su bronce continental; la clasificación de ambas para los Juegos de Atenas 2004 -España es el único país representado en chicos y chicas-; la popularidad de Pau Gasol, Juan Carlos Navarro o Dejan Bodiroga; la llegada de savia fresca a las plantillas o la intervención del Consejo Superior de Deportes ante las cadenas televisivas. El baloncesto abre la temporada sin cámaras en las pistas. Aún peor. La campaña despega, una vez más, y no es la primera, rodeada por el conflicto, devaluada ante el gran público -justo cuando más razones existen para atraer la atención de la calle- y envuelta por la sospecha frente a los observadores menos entregados por culpa, otra vez, de un enfrentamiento de despachos. En solo unas horas, las transcurridas entre el acto de presentación orquestado el pasado martes a mediodía y el anuncio de suspensión hasta encontrar un contrato televisivo que la ACB efectuó sobre las diez de la noche ese mismo día, han impedido que se hable de la competición en términos deportivos.
El mensaje percibido por el ciudadano menos familiarizado en las horas previas al inicio de una Liga que cuenta con todos los ingredientes para calar con fuerza entre el público desvirtúa la realidad. La sensación de deporte deprimido y problemático que ha quedado después del frustrado órdago televisivo de la patronal, ya que sigue sin haber acuerdo con los operadores, ha echado tierra sobre un deporte que enamora en las canchas y chirría en los despachos.
Los amplios espacios que periódicos, radios y televisiones han dedicado en los últimos días al baloncesto han transmitido los pormenores de un nuevo conflicto entre canastas, el enésimo, y han impedido que lectores, oyentes y espectadores alimenten su interés por el regreso de Aíto García Reneses al ruedo desde el banquillo del Joventut, por el reto que el Barcelona afronta después del histórico triplete de la pasada temporada, por la reconstrucción del Real Madrid o por la decidida apuesta que el Pamesa repite una temporada más en la ACB y, por primera vez, en la Euroliga.
Tampoco ha tenido eco la treintena (31) de jugadores con pedigrí NBA enrolados en las plantillas del campeonato español, ni la modificación de la regla de los veinticuatro segundos, ni la implantación de un nuevo sistema de numeración al estilo de la competición estadounidense, ni la ambición ganadora demostrada por el Unicaja con el fichaje de Hermann, ni...tantas cosas.
Nadie, o muy pocos, habrán oído hablar de alguno de los 32 jugadores debutantes que toman la alternativa esta temporada, de los mil partidos oficiales que el Manresa alcanzará en la jornada 24 o los 500 del Gran Canaria cuatro antes. La posibilidad de que Andre Turner (Fórum) rebase las marcas históricas de 6.000 puntos y 750 triples también parece secreto de Estado; como la opción que su compatriota Elmer Bennett (Madrid) tiene de convertirse en el jugador con más títulos de mejor pasador en 21 años de ACB.