Un par de temporadas después, el Mallorca volvió a desfilar por Europa con una sonrisa en la cara. Tumbó al Apoel dónde intimida más y metió algo más de un pie en la siguiente eliminatoria. De paso, la escuadra balear alteró la particular estadística que azota a los equipos españoles en Chipre, donde nadie acostumbra a ganar. Ante un rival de perfil bajo, el Mallorca tuvo que exponer algo más que calidad técnica para deshacerse de un equipo incómodo a más no poder. Huérfano de otros argumentos, el Apoel expuso vigor y revoluciones. La energía local desbordó constantemente a la medular del Mallorca, endeble y casi siempre en inferioridad numérica. Con los dos interiores -Toni González y Alejandro Campano-demasiado pegados a la línea , Colsa y Marcos no dieron a basto. Leo Franco fue el héroe de su equipo durante el primer cuarto de hora, espacio durante el que Charalambides y Papandreou provocaron el pánico. Sin el balón en su poder, la escuadra balear dejó demasiados cabos sin atar, tardó quizás demasiado en darse cuenta de que su rival no era tan inofensivo como delataba su matrícula y no tuvo más remedio que apretar los dientes. Samuel Etoo fue uno de los primeros en zanjar este asunto. Retrocedió su posesión y ofreció su perfil más sacritifado. El Mallorca salió claramente beneficiado . Añadió algo de plomo a su sala de máquinas y adquirió consistencia.
No obstante, el partido dio un giro importante en una acción aislada. Bruggink recibió un balón desde la derecha, peinó con la cabeza hacia atrás, anestesió a los dos centrales y Toni González, que se incorporó en carrera, remató a placer (0-1). El Apoel Nicosia acusó el golpe. El Mallorca abandonó la trinchera y empezó a facturar sus mejores ocasiones. La hiperactividad de Samuel Etoo -en el 33 se le anuló un gran gol- desconcertó al conjunto chipriota, que empezó a encontrar un centro del campo repleto de minas y eso redujo a la más mínima expresión su caudal ofensivo, aunque eso no evitó que Vakoufsis -11 minutos después del tanto de González- empalmara el balón desde el interior del área y lo mandara al lateral de la red.
Pacheco movió ficha tras el descanso. Se percató el técnico bermellón de que el lateral derecho del Apoel -Vakouftsis- era un aliado más y buscó la profunidad y frescura de Nené, que sutituyó a González. El brasileño aprovechó los espacios, aunque antes la cobertura del Mallorca quedó en evidencia. Apenas se había reanudado el encuentro cuando un servicio desde la banda derecha hizo trizas a Niño y Lussenhoff. El balón quedó franco para que Papandreou, con la testa, empatara el partido. El agua fría volvió a despertar al cuadro bermellón, que respondió de forma contundente a la osadía de su adversario. Fue Bruggink quien asestó el golpe definitivo.