En pleno movimiento sísmico y con Jaime Pacheco en su epicentro, el Mallorca agarró en Son Moix su primer botín de la temporada. Lo hizo con más músculo que otra cosa, aunque también con una propuesta mucho más sería que la ofrecida en Santander, en la apertura del torneo. Con Alejandro Campano instalado en la banda derecha, la escuadra balear encontró en Gonzalo Colsa a un argumento cohesionador para un centro del campo irreconocible. Se trata de un futbolista que empuja hacia todas las direcciones, aunque también está un punto por encima de cualquier pivote defensivo. Sabe que hacer con el balón y también tiene llegada. El Mallorca agradeció su partido, especialmente durante el primer acto, cuando recibió demasiados latigazos y necesitaba reengancharse. Colsa le puso plomo a la balanza y Etoo hizo el resto.
Sin una jerarquía establecida, los centímetros acabaron decidiendo. De hecho, la primera media hora fue una gran paradoja. Con los dos equipos partidos justo por la mitad, todo lo que ocurrió en las áreas fue producto de los gazapos defensivos. El ajetreo en las áreas fue constante y David Villa personificó la hipérbole que había atrapado al duelo. Malgastó tanta munición el atacante aragonés que sus errores resultaron una exageración. Entre las manoplas de Miki Garro y lo azaroso, Villa fue una ruina para el Zaragoza. Su lista de ocasiones fue casi infinita, pero no hubo manera. Hasta la madera se puso anoche en contra del ex jugador del Sporting de Gijón.
La torpeza de Milito y Àlvaro también mantuvo al Mallorca en órbita, aparentemente impregnado de la falta de puntería visitante. Bruggink encontraba espacios, aunque fue en una arrancada de Etoo desde la línea de medios cuando se produjo el primer gran cortocircuito. Dejó atrás a Milito, al otro central, también a David Pirri y asistió a Bruggink; el holandés rompió el balón y lo mandó a la red. El tanto balear (minuto 42) llegó poco después de que Colsa y el propio Arnold Bruggink disfrutaran de dos excelentes oportunidades de gol, aunque también 14 minutos despés de que Villa hubiera mandado el balón al palo izquierdo de Miki.
Paco Flores recurrió a Drulic y alteró la posición de Savio para paliar la falta de pegada de su Zaragoza -dejó a Martín Vellisca en el vestuario-, pero un sospechoso penalti diluyó a su equipo en el nacimiento del segundo tiempo. El pase que intentó Bruggink desde la línea de fondo impactó en el muslo de Cuartero, pero el árbitro interpretó que fue en la mano. Etoo selló el 2-0 y también la defunción del partido. La herida del Zaragoza empezó a sangrar de mala manera y el Mallorca pudo exagerar los números.