Luis Villarejo|TOKIO
David Beckham exhibió ayer al mundo que ya es rentable. Su pegada
en las faltas es demoledora. Pero además de ese argumento de sobra
conocido, el inglés aportó ayer un segundo dato del que tomó nota
Carlos Queiroz: su talento y jerarquía para asumir el mando del
equipo desde el medio centro.
Si no está Zidane y tampoco Guti, el Madrid puede respirar. A Beckham tampoco le pesa la responsabilidad. No suele ser fácil acoplarse a la nueva vida en un club como el Real Madrid. Y por lo visto hasta la fecha, Beckham puede romper esa regla de tres que asocia al futbolista inglés con el fracaso cuando sale de la Premier League.
Queiroz dio descanso a Zidane y a Guti y al Madrid le costó un rato entrar en el partido. El polivalente, de inicio, siguió siendo Luis Figo. Comenzó de medio centro, con Beckham a la derecha. Sin embargo, Queiroz vio de inmediato que el invento no funcionaba y cambió los papeles. El equipo comenzó a crecer cuando Figo se instaló en su demarcación natural, echado al costado derecho. Y Beckham abrió la lata. Va a ser un futbolista que dé muchos puntos en la Liga esta temporada. El inglés no perdona una falta al borde del área. Falta que pitan, allí va él. Implacable, se concentra y el balón o es gol o genera tanta tensión y desgaste a la barrera y al portero, que aminora el ánimo del rival. A los 38 minutos llegó su primer gol en un lanzamiento de estrategia. Cerca del vértice derecho, sacó el guante de su derecha para batir a Yoichi. Solari, antes del descanso, aumentó la cuenta culminando una larga jugada.
Tras el descanso, llegaron los cambios. El Madrid mejoró su juego. Beckham tiró paredes a Figo, Raúl estuvo soberbio en el juego interior y sólo le faltó el gol. El brasileño Ronaldo, en cambio, si terminó su partido con premio y en la recta final del duelo se sacó un gol de bandera.