Más de diez mil personas celebraron con la plantilla mallorquinista el triunfo en la final de la Copa del Rey en la palmesana plaza de las Tortugas. En un acto breve, los jugadores y el cuerpo técnico recibieron el reconocimiento de una afición totalmente entregada. A pesar de no estar presente, ya que disputaba la final de la Copa de las Confederaciones con Camerún, Samuel Etoo fue el jugador más vitoreado.
Faltaban diez minutos y desde la megafonía de la organización comenzaron a hacer vibrar a la afición bermellona. El primer cántico estuvo dedicado para el protagonista del Martínez Valero, Samuel Etoo y tampoco se olvidó al eterno rival («Boti, boti, boti, balearico qui no boti») y al adversario en la final de la Copa del Rey («Recre, la copa se mira pero no se toca»). Los diez mil seguidores reunidos en la plaza de las Tortugas tenían ganas de fiesta y continuaron gastándose las gargantas con consignas ya habituales: «Campeones, campeones»; «El Mallorca es un sentimiento» y «Sí, sí, sí, la Copa ya está aquí».
Desde Jaime III se empezó a divisar el autobús descapotable que transportaba al Mallorca. Riera y Pandiani mostraban el trofeo ganado el sábado en el Martínez Valero y por detrás sus compañeros, el cuerpo técnico y el presidente Alemany ondeaban bufandas y banderas vestidos con la camiseta roja de los campeones sobre el traje oficial del equipo. El autobús se detuvo entre la tarima situada frente a la plaza de las Tortugas (con la calle Sant Jaume a la espalda) y los diez mil aficionados mallorquinistas. Gregorio Manzano fue el primero en bajar y su rostro no podía esconder su satisfacción. Los jugadores fueron subiendo de uno en uno a la tarima y el técnico de Bailén fue el último en hacerlo, con la Copa.