Albert Orfila / Efe
Àngel María Villar tiene la palabra. Dos semanas después de que
Mallorca y Recreativo de Huelva certificaran su presencia en la
final de la Copa del Rey, todo sigue estando en el mismo sitio y la
pregunta también sigue siendo la misma: ¿Dónde se juega el
partido?. Público y notorio el distanciamiento entre los dos clubes
en la elección de la sede, el presidente de la Real Federación
Española de Fútbol (RFEF) se reunió ayer con Mateo Alemany y su
homólogo andaluz para no llegar a ningún acuerdo.
Alcanzado el punto de inicio, será Villar quien deba mover pieza y definir el nombre del estadio que dará cobijo a la final de Copa. Es un asunto que debe zanjarse «lo más pronto posible», según admitió el propio mandatario federativo al término del encuentro que mantuvo con Alemany y Francisco Mendoza, con los que intercambió opiniones sobre el escenario «idóneo».
La principal discrepancia se centra en el traslado de las aficiones y mientras que el Recreativo entiende que el escenario ideal es Sevilla, el Mallorca pide que se juegue en Valencia o en Barcelona. «Nadie podría encontrar una ciudad que convenga a las dos aficiones. Lo que más complica es la insularidad del Mallorca. Para nosotros es un problema logístico porque si no hay puerto nos limitamos solo a traslados en avión», explicó Alemany en conferencia de prensa.
El presidente balear dejó claro que para la hinchada balear es fundamental que el encuentro se dispute en Valencia o Barcelona, ciudades que permiten un traslado por vía marítima. Alemany llegó incluso a barajar cifras. «Un puerto Mediterráneo supondría para nosotros movilizar a quince mil aficionados, mientras que si es imprescindible viajar en avión, el número se reduciría sustancialmente y es probable que sólo hubiera opciones para cinco mil aficionados».