San Mamés volvió a dar cobijo a una bonita historia. No es algo nuevo. Con pie y medio metido en el barro, el Mallorca encontró un buen analgésico en Bilbao. Fue un claro ejercicio de pragmatismo futbolístico, pero también toda una declaración de principios. El grupo de Manzano llevaba tiempo reclamando algo de respeto, pero sus números sólo originiaban descrédito. Tuvo que viajar de nuevo hasta el corazón del Athletic Club para cargar la mochila y autocomplacerse con una semana reparadora y huérfana de estridencias.
Si el Mallorca de Bernd Krauss obtuvo el año pasado el premio gordo en La Catedral "ganó 0-1 en la segunda jornada de Liga tras ser sonrojado por Las Palmas en Son Moix (0-3)", con Gregorio Manzano las cosas no han cambiado. Eso si, el Mallorca fue esta vez más contundente y la fecha de su primer triunfo en el campeonato llegó con el calendario algo más avanzado. Además, el intercambio de papeles ha sido evidente.
Noventa minutos después, el Mallorca observa el futuro más inmediato despojado de muchos miedos y con el punto de mira en otra dirección. De hecho, al margen del valor tangible del triunfo balear, el rearme anímico no admite tasación alguna. Incluso la pizarra de Manzano "si es que alguna vez generó dudas" ha salido reforzada. El preparador jienense renovó su apuesta por cuatro futbolistas que la semana anterior habían quedado en mal lugar (Niño, Nadal, Cortés y Poli) y recurrió a Àlvaro Novo y Julián Robles para atar algunos cabos en el centro del campo.
El Athletic Club, según una información difundida por Efe, ha firmado tras el paso del Real Mallorca (sólo ha sumado un punto) su peor inicio liguero en 23 años, desde que comenzara la campaña 1979/1980 con cuatro derrotas consecutivas. En aquella campaña, a las órdenes del austríaco Helmut Senekovitch "cesado al año siguiente tras un 7-1 en el Bernabéu", el conjunto rojiblanco inició la temporada cayendo a domicilio ante el Salamanca y el Hércules, por sendos 2-1, y en casa frente a la Real Sociedad y el Sporting de Gijón, por 0-1 y 2-3.