La Vuelta descansó en Asturias con los corredores aún convalecientes por la paliza del Angliru y el debate abierto en torno al equipo Kelme, donde se encendió un foco de tensión por el ataque de Aitor González, que hundió a su compañero Óscar Sevilla. El Angliru no defraudó en cuanto al espectáculo que se esperaba, ya que este ofreció todos los ingredientes que hacen del ciclismo un deporte de momentos heroicos. Pero a pesar de la lección de Heras, el coloso asturiano no fue decisivo.
La etapa reina sirvió para que unos recuperasen terreno perdido, como el caso del propio Heras y de Beloki y para que otros se mantuvieran en sus posiciones salvando un gran escollo, como Aitor González, quien a su vez descubrió las miserias de Óscar Sevilla. La Vuelta afronta su recta final con todo por decidir y altas dosis de intriga. Ya se apunta como siguiente cita trascendental el Alto de la Covatilla, puerto inédito que se inaugura en la etapa del jueves. De nuevo una oportunidad para el bejarano Heras, que jugará en casa y contará con un suplemento de moral.
Una vez demostrada con creces su superioridad en la montaña, allí quemará sus naves para sacar tiempo con vistas a la última contrarreloj de Madrid. La carrera plantea la lucha entre dos escaladores, Heras y Sevilla, y dos ciclistas más completos y buenas dotes contra el cronómetro: Aitor González y Beloki. Todos saben que en la montaña salmantina puede ocurrir lo mismo que en La Pandera y El Angliru. El jefe de filas del US Postal está imparable en su terreno y en sus adversarios, el cálculo se centra en saber cuanto tiempo pueden perder para luego doblegarlo contrarreloj.