José A. Pascual
La tristeza por la eliminación y la indignación por el arbitraje
sufrido ante Corea presiden el último día de estancia de la
selección española en Ulsan. Los internacionales y dirigentes viven
con ganas de que pasen cuanto antes las horas previas al regreso,
pero sobre todo con dolor e indignación por la labor del trío
arbitral, compuesto por el egipcio Gamal El Ghandour, el ugandés
Ali Tomusange y el trinitense Michael Ragoonath.
La actuación general de esta terna durante el partido, pero especialmente con la anulación a España de dos goles que son considerados válidos, sigue siendo muy criticada y ha entrado en la 'leyenda negra' del fútbol español.
«Esto no es ni fracaso ni decepción, ahora es algo peor, porque encima se te queda cara de tonto», admitía en la gris mañana Gerardo González Otero, secretario general de la RFEF, quien apostillaba que tienen un sentimiento de que algo histórico se les había escapado de las manos cuando lo tenían cerca.
Francisco Roig, delegado del equipo, reiteraba sus críticas hacia las actuaciones arbitrales que ha tenido el conjunto de Guus Hiddink a lo largo del Mundial 2002, a la vez que ya miraba al futuro y al día que se fije en septiembre para que se produzca la firma definitiva entre Joseph Blatter, presidente de la FIFA, y Eduardo Zaplana, presidente de la Comunidad Valenciana, de la instalación en Valencia del Salón de la Fama.
Roig explicó que la Comunidad pretende que ese día Valencia sea el centro mundial del fútbol, con la presencia de buena parte de las grandes estrellas del pasado y del presente.
Pero aunque ya se atisban en el horizonte actos importantes como el del Salón de la Fama o la próxima fase de clasificación para la Eurocopa 2004, la herida está aún muy abierta.