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Mundial 2002

Alemania avanza hasta semifinales (1-0)

Un gol de cabeza de Ballack le permite a un pobre conjunto germano fulminar a Estados Unidos, que se marcha ofreciendo una buena imagen

1 ALEMANIA: Kahn; Linke, Kehl, Metzelder; Frings, Schneider, Hamann, Ballack, Ziege; Neuville y Klose
Cambios: Jeremies por Schneider, Bode por Neuville y Bierhoff pot Klose.
0 ESTADOS UNIDOS: Friedel; Sanneh, Pope, Berhalter; Mastroeni, O'Brien; Hejduk, Reyna, Lewis; Donovan y McBride
Cambios: Mathis por McBride, Cobi Jones por Hejduk y Stewart por Mastroeni.
Arbitro:
Hugh Dallas (Escocia). Asistido por Philip Sharp (Inglaterra) y Ali Al Traifi (Arabia Saudí). Amonestó a Sebastien Kehl (m.66), Oliver Neuville (m.68) y a Eddie Lewis (m.40), Eddie Pope (m.41), Claudio Reyna (m.68), Pablo Mastroeni (m.69), Gregg Berhalter (m.70).
Goles:
1-0: minuto 39: Michael Ballack.

Oscar González ULSAN
Un gol de Michael Ballack metió en la semifinal del Mundial a Alemania, que se impuso de forma rácana y sin brillantez a Estados Unidos y podría jugarse el pase a la final con España, si el conjunto de José Antonio Camacho derrota mañana, sábado, a Corea del Sur.

Ballack, el «joven Beckenbauer», el jugador en el que ha puesto sus esperanzas de recuperación todo el fútbol alemán, apareció en el momento preciso, para desarmar al conjunto estadounidense y para dar a su selección una alegría, la única a la que agarrarse ante su falta de juego.

Hasta ese minuto 39, cuando Ballack remató de cabeza una falta lanzada por Christian Ziege, Estados Unidos tuvo las mejores ocasiones y fue Oliver Kahn, quien sostuvo al equipo de Rudi Voeller.

El guardameta alemán descubrió la candidez de Landon Donovan, el «Michael Owen norteamericano» en las dos ocasiones en las que el joven delantero se plantó ante él (ms.16 y 30) y detuvo otro disparo a bocajarro de Eddie Lewis, momentos antes del gol alemán. Durante más de media hora, Kahn mantuvo el ánimo de un equipo que no supo cómo superar la trampa montada por el técnico estadounidense Bruce Arena, que trató de llenar el campo de minas con la intención de que Alemania no llegase a las cercanías del área de Brad Friedel, temeroso de la potencia por alto de su rival.

Arena colocó a Pablo Mastroeni y John O'Brien como hombres de contención en el centro del campo y dio libertad a Claudio Reyna, que, libre de tareas defensivas, puso en apuros a la defensa alemana con su visión de juego.

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