José Antonio Diego SEÚL
Luis Figo y sus «chicos de oro», la floración de jugadores que ha
devuelto al fútbol portugués el orgullo de los tiempos de Eusebio,
se juega la vida contra Polonia en un partido del grupo D cuyo
perdedor quedará prácticamente desahuciado del Mundial. La
supervivencia en la Copa del Mundo será el premio reservado al
ganador de un partido en el que toda la presión estará del lado
portugués y la porción más grande sobre las espaldas de Luis Figo.
El delantero del Real Madrid se encuentra totalmente recuperado de
la lesión en el tobillo derecho que le persiguió durante meses. Su
confianza, sin embargo, no ha vuelto, a juzgar por la incapacidad
para ejecutar el desborde (su mejor arma) que mostró en el partido
contra Estados Unidos. La selección de Antonio Oliveira, quinta en
el escalafón mundial, llegó a Corea con ínfulas de favorita,
llamada a hacer algo grande en el Mundial después del gran cartel
que había dejado en la Eurocopa 2000, donde sólo un penalti marcado
por Zinedine Zidane la apartó de la final.
La derrota contra Estados Unidos (3-2) en el debut mundialista les devolvió a la tierra, y ahora los «chicos de oro» se ven en la necesidad de batir a Polonia o ir pensando en hacer las maletas.
Abel Xavier y Paulo Sousa son las únicas bajas portuguesas para el partido contra Polonia, pero Oliveira, que cumple mañana 50 años, tendrá que sopesar también la posibilidad de cambiar al guardameta Vitor Baía, que cometió errores graves en el partido contra Estados Unidos. La alternativa es Ricardo Pereira.
La necesidad de obtener la victoria puede obligar a Oliveira a adoptar una táctica más ofensiva. En el campamento portugués se habla de la posibilidad de alinear desde el principio a Paulo Bento, que en el primer partido sustituyó a Rui Jorge. El sacrificado podría ser Joao Pinto.