Enrique Escande SAPPORO (JAPÓN)
El derbi
entre Argentina e Inglaterra, convertido en un clásico de los
mundiales de fútbol pese a que sólo se han jugado cuatro en la
historia, detiene los relojes de la cita coreano-japonesa y sube
las acciones de un torneo que reclama emociones.
El tópico Malvinas es un recuerdo bélico desteñido por su uso indiscriminado en asuntos deportivos y artísticos después de veinte años de terminado el conflicto y de dos victorias argentinas en los mundiales de México 86 y Francia 98, y como tal, en esta ocasión, no ha despertado pasiones.
Lo que parece valer más que cualquier referencia rebuscada es la calidad de los jugadores que van a enfrentarse, el atractivo estilo futbolístico de ambos equipos y el recuerdo de alguno que otro roce en el empate a dos en Saint Etienne en el Mundial de hace cuatro años.
Batistuta-Beckham, Ortega-Owen, Simeone-Scholes son algunas de las posibilidades de atracción que ofrece el encuentro que dirigirá el prestigioso árbitro italiano Pierluigi Colina y que se jugará en el estadio Sapporo Dome, que también tiene para exhibir un asombroso alarde de tecnología.
El encuentro de hoy enfrentará a una selección argentina que ha comenzado el Mundial con el pie derecho al vencer a Nigeria por 1-0 y a un equipo inglés al que le ha quedado mal gusto en la boca por su opaca actuación en el segundo tiempo del partido con Suecia, que empató a un gol.