El Deportivo asaltó el Centenario y acabó de un plumazo y a lo grande con el sueño del Real Madrid, al que derrotó por 2-1 después de ser superior tanto anímica, como táctica y técnicamente, y dar una exhibición en toda regla en la primera parte, y aguantar el acoso local en la segunda mitad. Al equipo de Vicente del Bosque le pesó, como se temía en los prolegómenos Jorge Valdano, la presión y la obligación a ganar el título en su cien cumpleaños. Los madridistas estuvieron siempre a merced de un Deportivo muy sólido, muy firme atrás y letal en ataque. Diego Tristán fue una pesadilla para un desacertado Fernando Hierro y un nervioso Pavón, Valerón fue ese hombre desequilibrante entre líneas, Sergio fue incisivo y Mauro Silva ejerció de auténtico 'jefe' en la medular.
Los nervios del Real Madrid y las prisas por llegar cuando antes al área rival se incrementaron con el tempranero gol de Sergio (m.6), y ni siquiera dos acciones aisladas de Zidane (en la primera cabeceó al larguero y en la segunda Molina abortó su disparo) permitieron al cuadro de Del Bosque aclarar sus ideas y calmar sus intenciones. La estrella francesa estuvo, pese a esas ocasiones, casi desaparecido en combate, Figo, recuperado de urgencia para este vital compromiso, apenas pudo mostrarse por las bandas, Raúl lo intentó con raza y Roberto Carlos anduvo fuera de sitio en defensa y encima malogró un par de lanzamientos de falta. El Deportivo navegó bien en un partido tenso y trabado, porque su firmeza en la contención le concedió sentido y calma, lo que quedó rubricado a los 38 minutos por Diego Tristán en el 0-2, un resultado justo, contundente, y amplio como para pensar en la remontada de los blancos, más que nada por las carencias de estos y las virtudes propias.
Valerón pudo convertir el segundo periodo en poco menos que un trámite del Depor si su disparo (m.50) no se hubiera estrellado en el palo derecho de César, pero la fortuna no acompañó al cuadro gallego y paulatinamente perdió buena parte de esas virtudes que le habían permitido capitalizar la final. Se echó más hacia su área, el Real Madrid, más coherente e incisivo con el argentino Solari en el campo, ganó terreno, disfrutó de la posesión del esférico y comenzó a soñar en el milagro, ese que le ha acompañado en tantas ocasiones en el Bernabéu, sobre todo a raíz de que Raúl, otra vez oportunista, aprovechó a bocajarro un centro de Morientes. Quedaba poco más de media hora y el partido era otro. Javier Irureta lo empezó a ver algo más oscuro y no tardó en retirar a Valerón y dar entrada a un hombre de marcado carácter de contención como el argentino Duscher.
Sergio volvió a perdonar una ocasión inmejorable (m.69) que hubiera dado la puntilla a la reacción madridista, que ya había sido enfriada con relativa tranquilidad por los blanquiazules. El Real Madrid lo intentó. Buscó como las fuerzas y el corazón le permitieron, pero el Deportivo se pertrechó bien y amarró su ventaja con eficacia y empaque. El equipo gallego había rentabilizado su gran primera mitad para coronarse con la Copa centenaria en el Centenario del Real Madrid, que recibe un duro golpe y que ve truncado el sueño de celebrar con un éxito su cumpleaños y de lograr el 'triplete'.