79 MANRESA: Oliver (12), Laviña (18), Stacey (11), Reynolds (12), Singla (5) "cinco inicial", Penyarroya (6), Urreizti (0), Montas (2) y Jesús Cilla (9).
18 de 32 en tiros de 2 puntos. 9 de 27 en tiros de 3 puntos. 16 de 23 en tiros libres. 29 rebotes (20 en defensa y 9 en ataque). 28 faltas personales.
75 DRAC INCA: Navalón (3), Puyada (0), Montañana (3), Ramón Bordas (13), Stuckey (25) "cinco inicial", Grimau (17), Isaac Cruz (0), Green (12), Alberto Alzamora (2).
18 de 42 en tiros de 2 puntos. 3 de 8 en tiros de 3 puntos. 30 de 34 en tiros libres. 33 rebotes (24 en defensa y 9 en ataque). 24 faltas personales.
Àrbitros:
Uruñuela Uruñuela (Euskadi) y Verano González (La Rioja). Excluyeron por cinco faltas personales a Albert Oliver. Castigaron con una falta técnica a Kenny Green y descalificaron a Stacey (minuto 37) por una agresión sobre Sergi Grimau.
ALBERT ORFILA
Apático, blando y ajeno a casi todo, el Drac Inca empezó el partido con diez minutos de retraso. Es algo que ha dejado de ser noticia, pero cuando es el Manresa quien te mira a los ojos la licencia oculta demasiados gramos de irresponsabilidad. De hecho, si las aperturas no dejan de ser una simple exposición de intenciones, en el caso del grupo de Oliete se han convertido en un generador de déficit industrial. Pero esta vez la dimensión que adquirió el naufragio fechado sobre el crepúsculo resultó demoledor: 37-18. Con la mochila llena de plomo, el Inca decidió una vez más guiñar a la épica en busca de una victoria imposible. Pero ante el equipo que gobierna la Liga y en el Nou Congost eso no deja de ser una aventura quimérica. Puestos a agrandar la influencia del desastre inicial, el Drac Inca logró victorias parciales en los tres restantes cuartos (13-20, 12-14 y 17-23), todo un gesto de locura para un equipo empieza a jugarse demasiado y está instalado en una zona especialmente comprometida. Las series de ascenso siguen a tiro de piedra, pero las cavernas también están muy cerca.
Sin Willy Villar y con un Xavi Puyada que acumuló demasiados problemas para portar la brújula, el Drac Inca encontró en Ramón Bordas a un director de juego sobrio y solvente. Se le podrá cuestionar la productividad de su baloncesto, pero nunca su actitud. En Manresa mostró síntomas de rehabilitación y fue bajo su mando cuando los baleares asustaron.