67 DRAC INCA: (13+19+21+14): Navalón (12), Richardson (8), Bordas (3), Villar (7), Stuckey (13) "cinco inicial", Grimau (0), Comas (0), Xavi Puyada (3), Montañana (5), Carrasco (2) y Alberto Alzamora (14). 16 de 33 en tiros de 2 puntos. 5 de 14 en tiros de 3 puntos. 20 de 29 en tiros libres. 22 rebotes (16 en defensa y 6 en ataque). 32 faltas personales.
92 MANRESA: (18+18+31+25):Oliver (16), Laviña (9), Montas (12), Stacey (12), Reynolds (10) "cinco inicial", Peñarroya (19), Urreizti (2), Vega (0), Cilla (0) y Singla (12). 20 de 34 en tiros de 2 puntos. 11 de 21 en tiros de 3 puntos. 19 de 27 en tiros libres. 26 rebotes (18 en defensa y 8 en ataque). 28 faltas personales.
Àrbitros: Mínguez Carrobles (Madrid) y Uroz Alonso (Andalucía). Excluyeron por cinco faltas personales a Navalón, Puyada y Alberto Alzamora (Drac Inca). Además, sancionaron con técnica a José Luis Oliete, Navalón y Montañana.
Albert Orfila
Un par de enemigos implacables gestaron la mayor infamia que recuerda el Palau. Drac Inca fue humillado en su propia casa y recibió la mayor burla arbitral que recuerda su tránsito por la segunda categoría del baloncesto nacional. Mínguez Carrobles y Uroz Alonso, la pareja que alcanzó al estrellato en una sola función, desarmó por completo al grupo de Oliete y acabó convirtiendo el partido en un asunto esperpéntico. Todo acabó siendo desproporcionado y los números que arrojó el partido fueron elocuentes (67-92). Algo extraño le está sucediendo al Drac Inca con los árbitros en su reencuentro con la Liga. En Llobregat fue víctima de una actuación marciana (2 faltas personales a los locales en todo el primer tiempo); ante Los Barrios recibió un poco más de la misma medicina y anoche se escuchó la misma melodía, aunque con más fuerza que nunca. Frenar las sospechas resulta complejo. Eso si, el Manresa fue mejor. Su repertorio resultó más convincente en todas las facetas del juego, pero el Inca encontró demasiados obstáculos cuando intentaba asomar la cabeza. Y eso no es justo.
Refugiado en una defensa mixta, el Inca logró eliminar parte importante del déficit que había acumulado durante un primer cuarto repleto de gazapos. Impreciso y casi ausente, el Manresa no desaprovechó la ocasión para distanciarse con cierta autoridad en el marcador. La solvencia de Albert Oliver desde el perímetro provocó un primer distanciamiento significativo en el marcador. Alexis Montas miniaturizó a Stuckey y los problemas se amontonaban. Oliete recurrió a Xavi Puyada para intentar reducir las prestaciones de Oliver, pero casi nada funcionó. Consumidos quince minutos, la renta catalana alcanzaba los 14 puntos (17-31) y el arbitraje ya resultaba desconcertante. El regreso de Willy Villar, la irrupción de Alberto Alzamora alteró el guión y el cambio defensivo alteraron el guión. Ricard Casas también había iniciado las rotaciones y el partido acabó estrechándose (32-36 al descanso).
El inicio del tercer cuarto significó el principio del fin. En un inmenso descuido imputable tanto a los árbitros como a la mesa de anotadores, Navalón pasaba de tener cuatro faltas. La acción había sido clara. Manresa servía de fondo, Oliver recibía debajo del aro, anotaba y además recibía la falta de Villar, pero todo acabó convertido en un lío. Los auxiliares contabilizaron la falta a Navalón. Oliete reclamó la rectificación y fue obsequiado con una técnica. El Manresa sacó petroleo de esta acción: en tres minutos de juego había inclinado de nuevo el encuentro (37-49). El resto fue una pura anécdota. Larry Richardson volvió a tener minutos para volver a dejar claro que no tiene sitio.