Cerrado el capítulo del juego exterior, Drac Inca prospecta el mercado a la caza de un tres y una pareja de americanos de garantías. En cuanto al primer aspecto, el nombre de José María Pedrera pierde fuelle dadas las pretensiones económicas del alero, que no convencen a la gestora inquense. Pese a su dilatada experiencia a nivel ACB y LEB, parece difuminarse el interés por el jugador, y a expensas de que Dani Pérez resuelva su futuro, el hombre que más se acerca a Es Raiguer es Horacio Bosco.
La condición de comunitario del alero, de 28 años y 1'90 de altura, atrae a José Luis Oliete y al club. A ello se une el interés del jugador por venir a la Isla, lugar de residencia de sus padres. Este motivo es definitivo para que el jugador rebaje sus pretensiones económicas, con lo que tendría los dos pies en el Drac Inca tras haber brillado en el Brindisi de la B1 transalpina.
José Luis Oliete tiene claro que John Floyd conformará el cincuenta por ciento de la apuesta americana de su proyecto. Las dudas asaltan a la hora de completar el tándem. Técnico y club quieren sopesar todas las opciones y apelar al sentido común a la hora de valorar y formalizar la contratación de una parte fundamental del esquema inquense. A todo lo visionado por el técnico aragonés se une la cuantiosa y suculenta información recogida por Pere Andreu Cortés durante su estancia en tierras catalanas.