86 DRAC INCA: (50+36): Edu Sánchez (7), Mons (14), Stacey (27), Miralles (9), Lightfoot (23) "cinco inicial", Cabral (4), Montañana (0), Crespo (0) y Villar (2). 19 de 43 en tiros de 2 puntos. 12 de 27 en tiros de 3 puntos. 12 de 22 en tiros libres. 36 rebotes (20 en defensa y 16 en ataque). 29 faltas personales.
84 GRANADA: (42+42): Liñán (10), Serrano (19), Mesa (11), Félix Sánchez (20), Manzano (6) "cinco inicial", Dani Romero (12), Benítez (0), Talaverón (5) y Javier Pin (1). 30 de 48 en tiros de 2 puntos. 1 de 12 en tiros de 3 puntos. 21 de 31 en tiros libres. 27 rebotes (19 en defensa y 8 en ataque). 24 faltas personales.
ÀRBITROS: Garmendia Zorita (Madrid) y López Garrido (Catalunya). Castigaron con una falta técnica a José Luis Abós, técnico local, y excluyeron por cinco faltas personales a Mesa (minuto 37), Liñán (38*) y Talaverón (39*).
ALBERT ORFILA
Drac Inca se ha declarado en rebeldía. En su particular teatro de los sueños, el grupo baler decidió amotinarse y alargar la serie de ascenso hasta sus entrañas. Cuatro partidos después, la escuadra mallorquina mira a los ojos del Granada en igualdad de condiciones, instalado en un mismo escalón y despojado de todos los miedos que había acumulado en las afueras del Palau. La vuelta a casa ha resultado extremadamente terapéutica y nadie puede dudar de que el playoff ha adquirido una nueva dimensión. Inca ha desalojado el patíbulo y ha reclamado con dos golpes algo que siempre había considerado como suyo. De hecho, en su ansiedad por alterar el curso de la historia y desprenderse de la vulgaridad que siempre ha acompañado a este equipo, olvidó algunas cosas importantes, fundamentalmente, jugar como casi siempre lo había hecho.
Anthony Stacey, por ejemplo, ha aprendido la lección. Irreconocible durante demasiados minutos, recuperó sus credenciales en el último partido marcado en rojo. Llorenç Mons merece una consideración especial. Maltratado y confundido en exceso, ha respondido a los que dudaban de él con dos partidos memorables. A partir de su muñeca y del principio de jerarquía que sentó Stacey, se forjó el último éxito del Inca. Orlando Lightfoot también contribuyó de forma determinante en la productividad ofensiva de su equipo, pero concediéndose licencias que le siguen perfilando como un jugador demasiado imprevisible. De esos que la grada ama y detesta en un mismo partido muchas veces.
Un arranque que disparó la renta local hasta los 13 puntos (32-19), quedó difuminado por los altibajos que volvió a experimentar el baloncesto del Inca. Granada, que siempre se movió por debajo en el marcador, nunca supo aprovechar las posesiones que marcan el rumbo de un partido y la avería que sufrieron sus tiradores (1 de 12 en tiros de 3 puntos) condicionó sobremanera sus posibilidades. El cuadro mallorquín volvió a evidenciar problemas serios en el ataque estático, pero Stacey lo subsanó casi todo. El gobierno local no adoptó oficialidad hasta que el último minuto de partido entró en cuenta atrás. Fue un sufrimiento tan innecesario como real. El Palau empujó como nunca y el quinto partido está servido. Granada espera.