El Mallorca fue ayer equipo de Champions. Por momentos, y mientras ganaba al Numancia y el Barça pinchaba en el Madrigal, los de Aragonés buscaban acomodo en la cuarta posición. Sin embargo, con el partido muerto en Villarreal, los de Serra Ferrer marcaban el cuarto y dejaban a los mallorquinistas a un punto de la más espectacular competición continental.
La primera parte tuvo la emoción del marcador pero no existió un juego fluido y constante. Hubo muchas interrupciones y esto fue malo para los dos equipos aunque quien sacó más partido fue el Numancia. En el Mallorca funcionaba la defensa, más o menos estaba en su línea y el centro del campo navegaba. El juego era espeso y, de inmediato, Luis Aragonés se dio cuenta de ello. Los de Soria llegaban con algo más de claridad, empujaban más, pero sus aproximaciones morían en los costados de la portería de Franco.
El Mallorca no se metía en el partido, el Numancia se crecía y, para mayor desesperación, el árbitro expulsaba injustamente a Fernando Niño. Pero el fútbol es impredecible y, en el peor momento por el que estaba atravesando el cuadro balear, Núñez se viste de rojo, Biagini le presiona magistralmente, el portero cede a Ibagaza y este, desde el borde del área, le bate de tiro raso y bien colocado. Justo en ese momento (19:25 h) de la tarde el Mallorca estaba en Champions ya que el Villarreal marcaba el cuarto al Barça.
Con el gol, el equipo de Aragonés mejoró. Paró al Numancia y pasó de ser el equipo dominado, a dominar el juego. La salida de Àlvaro Novo, que había sustituido a Finidi, dio más brillo al equipo y gracias a su fe y a su entrega, llegó, ya en tiempo de descuento, el segundo gol. Lluís Carreras ejerció de matador ante Núñez y se resarció de una buena acción de gol que había creado minutos atrás. Pero el fútbol es caprichoso y, a la par de que Carreras celebraba su segundo gol, el Barcelona establecía la igualada e impedía a los baleares situarse en la cuarta posición.