El pasado sábado se vivía en el polideportivo municipal de Magaluf un incidente lamentable. Es triste que en un partido de fútbol se llegue a las manos y que los aficionados crucen la línea de la pasión para llegar a las agresiones. Pero es inaceptable que estos hechos ocurran en un partido de alevines. Mateo Cerdá, segundo entrenador de la Parroquia Ramón Llull, tuvo que recibir 44 puntos de sutura después que un seguidor del equipo oponente le propinara una patada y le rompiera la mandíbula. Cerdá se muestra muy molesto. «Mi hijo de cinco años estaba allí y vió como me pegaban una paliza», declaró.
El Parroquia Ramón Llull, líder del grupo B de primera regional, visitaba el municipal de Magaluf para enfrentarse al Playas de Calvià. «Antes de empezar el partido se colocaron detrás de nuestro banquillo -afirma Cerdá- padres de los jugadores del equipo contrario que a medida que consumían alcohol se dedicaron a proferirnos toda clase de insultos. Cuando marcaron el empate a uno golpearon nuestro banquillo, pero lo peor vino cuando marcamos el segundo gol. Salimos a celebrar el gol y los aficionados saltaron al campo. Yo resbalé y uno me pegó una patada en la cara». La patada en el rostro de Mateo Cerdá se saldó con 44 puntos de sutura. Los incidentes pudieron ser más graves ya que los directivos del Parroquia Ramón Llull han denunciado que una botella de cristal alcanzó en la cabeza de uno de los niños-jugador del equipo del Puelles.
Mateo Cerdá no da crédito a lo acontecido en Magaluf. «Es increíble que esto suceda en un partido de alevines. Los niños no tendrán que ver estos incidentes». El segundo entrenador del Ramón Llull tendrá que recuperarse ahora de sus lesiones, pero tendrá que esforzarse para tratar de explicar a su hijo de cinco años porque tiene cosida la boca. «Estoy muy molesto por lo sucedido pero de forma especial porque mi hijo estaba en el campo. Le llevo a ver el partido porque no pensaba que algo así pudiera suceder».