MIGUEL LUENGO-EFE
Moyá avanzó por segunda vez en su carrera a los cuartos de final de
este Abierto con una victoria sobre Schuettler, el último germano
que quedaba en el cuadro por 7-6 (7-2), 6-3 y 6-4 en una hora y 58
minutos, cerrando la contienda por la vía rápida, con dos saques
directos. Con su triunfo el mallorquín aclaró de golpe tres dudas.
Saber si sería capaz de evadirse de la euforia y concentrarse de
nuevo, averiguar si podía librarse de un rival que le había vencido
antes en dos ocasiones, y conocer si su físico aguantaría después
de las tres horas y 58 minutos del duelo emocional contra Hewitt,
con sólo cinco de descanso posterior, y no muy bueno, por el
subidón de adrenalina. A este deterioro había que añadir los 180
minutos innecesarios que empleó el domingo para ganar un encuentro
de dobles con el ecuatoriano Nicolás Lapentti.
Moyá sólo sufrió tuvo un bache, el 4-2 que Schuettler disfrutó en el primer set y algo de suspense cuando el germano estuvo a dos puntos de ganar la primera manga (6-5 y 30-30) pero no bajó los brazos. «Ni con Sampras jugando en hierba hubiera renunciado», dijo para expresar su estado de ánimo. Luego, su servicio, impecable en todos los momentos cruciales, le sirvió de trampolín para ganar el partido con una gran autoridad.
Es precisamente la mejoría en su saque (seis directos hoy) y la rotundidad de su derecha (31 golpes ganadores) lo que ha hecho que el juego del mallorquín estalle y que por contra su mente esté más tranquila. Ahora ve incluso con tranquilidad sus siguientes rondas y se atreve a asegurar que de nuevo su raqueta se mueve al ritmo de cuando ganó Roland Garros en 1998. Moyá se enfrentará en cuartos con el sueco francés Sebastien Grosjean, que dio cuenta del sueco Magnus Norman, cuarto favorito, finalista en Roland Garros el año pasado por 7-6 (9-7), 6-3, 0-6 y 6-4. Ambos se han medido en dos ocasiones, con victorias repartidas. La última para Grosjean en pista dura en Cayo Vizcaíno hace dos años.