El mundo descubrió el secreto de Ian Thorpe cuando la cámara le enfocó a los pies. El nadador australiano, a cuya estrella sólo hizo sombra la imponente brazada del holandés Pieter Van der Hoogenband, extendió su hábitat natural de la piscina al podio gracias a un pie gigantesco (calza un 52) que le proporciona una velocidad de crucero casi insuperable.
Son Hugo albergará desde hoy un congreso mundial de Ian Thorpes. Alrededor de medio millar de competidores pugnará durante toda la semana por objetivos muy diversos en la décima edición del Campeonato del mundo de natación con aletas, una disciplina que depara imágenes espectaculares a quien la observa y récords impresionantes a quienes destacan en ella. Como muestra, basta recordar que el plusmarquista mundial de los cien metros superficie cubre la distancia en 36 segundos y 49 centésimas o que el récord de 100 metros inmersión está en 33 segundos y 80 centésimas. Al lado de estos registros, Thorpe y Van der Hoogenband parecen nadadores guineanos.
Escarmentada de la lección de Sydney, la delegación española prefiere no hablar de medallas y reducir su campo de actuación a objetivos menos brillantes pero mucho más acordes con la realidad. España está protagonizando una evidente progresión en esta disciplina deportiva "que aspira a ser olímpica en los Juegos de Atenas" pero el podio es un coto cerrado que se reparten fundamentalmente cuatro potencias: China, Rusia, Italia y Alemania. «Tenemos que ser realistas y aspirar a quedar entre los cinco primeros. Pensar en medallas es casi un sueño», señalaba ayer a este periódico el ruso Alexander Kotchetkov, entrenador del equipo español.