22 YUGOSLAVIA (9+13): Peric; Butulija, Lapcevic, Kapisoda (1), Milosavlevic (6'2p), Djukanovic (1p), Skrbic (6'1p) -equipo inicial-, Jovanovic (4), Perunicic (3), Golic, Nicolic (1) y Sterbik (ps).
26 ESPAÑA (12+14): Barrufet; Chepkin (2), Guijosa (6), Masip (4'1p), Urdangarín (3'1p), Ortega (7'4p), Dujshebaev (2) -equipo inicial-, Lozano, Núñez (ps), Ugalde (1), Juancho Pérez (1) y Olalla.
Marcador cada cinco minutos: 1-2, 2-2, 4-4, 5-6, 7-8, 9-12 (descanso), 11-13, 12-16, 13-20, 15-21, 19-24, 22-26 (final).
Àrbitros: Boye y Jensen (Dinamarca). Excluyeron a los yugoslavos Skrbic (2), Lapcevic, Djukanovic (2), Perunicic y Jovanovic, y por España a Olalla (2), Chepkin (2), Lozano, Urdangarín y Dujshebaev.
ANTONIO TOMÀS CROVETTO
La selección española de balonmano logró la medalla de bronce olímpica en Sydney al derrotar a Yugoslavia (26-22), en una demostración de pundonor, superación y madurez psicológica para firmar el metal con una dedicatoria muy especial ante la despedida de Iñaki Urdangarín. En una prueba más de compañerismo la medalla no se podía escapar.
Los hombres de Juan de Dios Román lo lograron. Subirse al podio para recibir la medalla de bronce, por segunda vez consecutiva en unos Juegos, deja al balonmano español situado entre los mejores del mundo. Urdangarín se retira así, entre los mejores, y quizá Román siga el mismo camino como seleccionador.
El cansancio después de tantos días de competición y los respectivos mazazos psicológicos de semifinales hicieron mella en ambos equipos y se manifestó muy pronto sobre la cancha. La calidad quedó apartada y el protagonismo fue para los numerosos errores en todas las facetas. De la quema sólo se salvaron por el bando español un colosal Talant Dujshebaev, pletórico a sus 32 años, y David Barrufet, soberbio bajo los palos. Por el lado balcánico sólo Dragan Skrbic se mostró acertado.