El último test fue un desastre. Quebró la dinámica ganadora del grupo de Abós en la pretemporada y proyectó a un equipo blando y descosido. Drac Inca alivió a un Menorca Bàsquet patético en la última prueba del verano, en la última entrega de un serial desproporcionado y absurdo (en siete días, tres partidos ante un mismo rival). José Luis Abós tiene todavía muchas cosas por atar, pero a su equipo se le intuye un tratado de intenciones y argumentos fiables. Quino Salvo debe andar preocupado. Su Menorca no pasa de ser un embrión en el que Patricio Reynés es la única referencia. La anarquía es absoluta.
La derrota en Llucmajor, como cualquier resultado veraniego, carece de valor, incluso en algunos sectores de la directiva del club de Es Raiguer se ha advertido que al equipo le hacía falta algo parecido a una cura de humildad, pero el baloncesto que sirvió el Inca resultó decepcionante. Atascos continuos en el ataque estático, porcentajes paupérrimos desde el perímetro y una defensa con demasiadas fisuras acabaron otorgando algo de decoro a la pretemporada del Menorca Bàsquet.
Paradójicamente, en el partido en el que Abós experimentó menos llegó el peor resultado. «La verdad es que fue un partido horroroso, lo siento por los que estaban en la grada "reconoció el entrenador del Inca. De todas formas, considero absurdo darle trascendencia al marcador final. Nosotros siempre salimos a ganar, pero es complicado jugar tres veces seguidas ante un mismo equipo. Considero que el Inca ha mostrado un buen nivel durante la pretemporada, pero lo que realmente me preocupa es el partido del viernes en Huelva. Cambio todo lo que hemos hecho hasta ahora por ganar ese partido».
Abós aseguró no haber detectado problemas de «relajación y actitud» en el amistoso ante el Menorca, aunque subrayó que «lo bueno de esta derrota es que alguno se dará cuenta de que no somos ningún equipo NBA y podemos perder ante cualquier LEB».