FRANCISCO ÀVILA
Los extremos ya es imposible que se toquen en las elecciones a la
presidencia del Barcelona. El pacto alcanzado ayer por Joan
Castells y Joan Gaspart aclara absolutamente el panorama electoral
en el que el ex vicepresidente parte con todos los predicamentos a
su favor ante la idea renovadora de Lluís Bassat. Como aprendices
de políticos, la lectura realizada por Gaspart y Bassat de la
noticia del día ha resultado positiva. Gaspart consigue un poco más
de aire fresco en una candidatura que se ha tachado repetidamente
de continuista.
El ex vicepresidente sabe que Castells, que votó a favor de la moción de censura contra Núñez, recoge en parte el voto de los «nuñistas» que no estaban de acuerdo con los últimos movimientos del todavía presidente. Además, el tono -dialogante- y las formas -sin estridencias- de Castells le han llevado a ocupar siempre el centro, aunque empezó su carrera electoral escorado hacia Bassat y ha acabado decantado ante la insistencia de la oferta de Gaspart.
Para Bassat, la definición de Castells también le favorece. Incluso forzó la situación al comprobar cómo el manido consenso quedaría en nada. El publicista acusó al presidente de FIATC de ser «un submarino» de Gaspart y todo se precipitó, porque Castells decidió negociar su pase al grupo continuista.