LUIS VILLAREJO - MADRID
Todo está preparado para las votaciones a presidente del Real
Madrid. Las urnas se abren a las nueve de la mañana. Se cerrarán a
las nueve de la noche. El pabellón multiusos de la Ciudad
deportiva, el antiguo pabellón de hielo, será el escenario. Sanz
madrugará un poco más. Junto a su mujer, Mari Luz Durán se asomará
para votar a las 10 de la mañana. Una hora después, a las 11,
acudirá Florentino Pérez, también al lado de su esposa, Mari
Angeles Sandoval.
Decía en su día Ramón Mendoza que ser presidente del Real Madrid era más importante que ser ministro. Parece que en el umbral del siglo XXI, el listón ha subido. Lo de ser ministro en comparación con el palco del Bernabéu se ha quedado corto. Y es que las elecciones del Real Madrid han movido mucho dinero. Se manejan grandes presupuestos publicitarios. Sanz dice que su rival se ha gastado unos 1.000 millones de pesetas estas semanas. Pérez señala que muchísimo menos. Ni en eso se ponen de acuerdo. La guerra verbal ha sido total. La expectación en Madrid es similar a la de unas elecciones generales.
Con una diferencia evidente. En estos comicios, sólo votan 50.700 socios, una cifra ridícula ante los millones de personas que acuden a las urnas para elegir el presidente del Gobierno. Pero la audiencia, el interés del fútbol sí lo demanda. Los minutos de prensa, radio y televisión que se han consumido en esta campaña han sido incontables. Y lo cierto, es que ha animado un verano, que cuando se cierra la competición hace que se desplome la actualidad deportiva, que sólo salva el Tour de Francia. La campaña ha sido muy dura. Ninguno ha regalado caramelos. Florentino Pérez, ingeniero de caminos de 53 años, tiene cubiertas todas sus necesidades en la vida. Pero le falta algo para ser totalmente feliz: ser presidente de un club, al que ya optó en el 95 en una campaña contra Mendoza, que fue de dibujos animados, si se compara con la dureza de estas dos semanas.