Si el clásico supera siempre lo estrictamente deportivo, Lou Roe, un tipo con cartel NBA y buena reputación en el concierto europeo, ha elevado algo más el grado de excitación que envuelve siempre un cara a cara entre Drac Inca y Menorca Bàsquet. Ajeno a la tendencia que adquirió y perpetuó temporadas atrás el cruce de caminos entre los dos representantes baleares en Liga LEB "los mallorquines instalados en las mazmorras y los de Maó en línea ascendente", la cita de máxima rivalidad cotiza al alza y además trae consigo un valioso componente de futuro.
De hecho, el Inca se ha prohibido concederse cualquier tipo de licencia, básicamente porque sus continuas decepciones foráneas le exigen salvaguardar su honor y números en el Palau. Reconstruido sustancialmente y algo más equilibrado con un solo cambio de piezas "Roe por el lesionado Rubchenko", el nuevo discurso de Olmos sufrirá un riguroso chequeo. Las expectativas que ha despertado el equipo son máximas, aunque cualquier análisis coherente solicita algo más de tiempo. Olmos ha advertido durante las últimas horas que no quiere hipotecar a su equipo variando sistemas en beneficio de un jugador que ha realizado dos entrenamientos, aunque también ha reconocido que la presencia de Lou Roe amplía el repertorio ofensivo y defensivo del Inca.
Sobre el papel, el cuadro mallorquín ha adquirido algo más rebote, velocidad e intensidad, pero también ha perdido amenaza en el perímetro y a un jugador "Roman Rubchenko" con argumentos para desequilibrar. El Menorca Bàsquet, que afronta el partido con menos urgencias pero dispuesto a seguir alimentando sus opciones de concluir la fase regular entre los cuatro primeros clasificados, ha hecho del baloncesto colectivo principal seña de identidad. Pedro Martínez ha fabricado un equipo compacto que se encuentra muy cómodo con el partido a muchas revoluciones.